julio 09, 2005

Primer Tema :Romance de la Pena Negra




Nuevo Disco!
Primer Tema del Disco: ROMANCE DE LA PENA NEGRA
de Federico García Lorca

Las piquetas de los gallos
cavan buscando la aurora,
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.
Cobre amarillo, su carne,
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados sus pechos,
gimen canciones redondas.
Soledad: ¿por quién preguntas
sin compaña y a estas horas?
Pregunte por quien pregunte,
dime: ¿a ti qué se te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegría y mi persona.
Soledad de mis pesares,
caballo que se desboca,
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas.
No me recuerdes el mar,
que la pena negra brota
en las tierras de aceituna
bajo el rumor de las hojas.
¡Soledad, qué pena tienes!
¡Qué pena tan lastimosa!
Lloras zumo de limón
agrio de espera y de boca.
¡Qué pena tan grande! Corro
mi casa como una loca,
mis dos trenzas por el suelo,
de la cocina a la alcoba.
¡Qué pena! Me estoy poniendo
de azabache, carne y ropa.
¡Ay mis camisas de hilo!
¡Ay mis muslos de amapola!
Soledad: lava tu cuerpo
con agua de las alondras,
y deja tu corazón
en paz, Soledad Montoya.

Por abajo canta el río:
volante de cielo y hojas.
Con flores de calabaza,
la nueva luz se corona.
¡Oh pena de los gitanos!
Pena limpia y siempre sola.
¡Oh pena de cauce oculto
y madrugada remota!

OPINION A CERCA DE ESTE POEMA:
Comenta el libro de Anaya de COU, acerca de este poema:

Lorca lo consideraba «lo más representativo» del Romancero gitano. Es, desde luego, la pieza clave del libro y uno de sus poemas de sentido más claro. Soledad Montoya representa el anhelo vehemente de realización personal (busca –dice– «mi alegría y mi persona»). Con ella dialoga un personaje que representa la voz de la «moderación», de los límites impuestos por la realidad o por las convenciones. Aquí late, pues, la tragedia de unas ansias vitales condenadas a la insatisfacción. Así proyecta Lorca ahora, en sus poemas, sus propias obsesiones. La descripción inicial es espléndida, y en todo el poema se mezclan metáforas audaces con expresiones directas, como es característico en Lorca.
El significado de ese mito es evidente: ilustra el tema del destino trágico que late en toda su obra. Las figuras que aparecen en el Romancero gitano son seres al margen de un mundo convencional y hostil, y –por eso– marcadas por la frustración o abocados a la muerte: Antoñito el Camborio, el «Emplazado», Juan Antonio el de Montilla, Soledad Montoya… En realidad, según Lorca, en el libro «hay un solo personaje real, que es la pena que se filtra».

Por todo el libro estallan unas tremendas ansias de vivir que topan contra la imposibilidad de vivir. Fácil es imaginar hasta qué punto ha proyectado Lorca sobre esos personajes sus propias obsesiones, su «sentimiento trágico de la vida».

Suele decirse que García Lorca es un poeta de bastante difícil interpretación por la cantidad de símbolos que en su obra aparecen. Si nos fijamos en algunas de sus obras más amplias –las de teatro, por ejemplo–, podemos observar que el caballo simboliza la muerte (véase en La casa de Bernarda Alba) o la pasión sexual (véase en Bodas de sangre), además de que en el comentario propuesto por usted se insinúa esto, basándose en el texto: caballo que se desboca / al fin encuentra la mar / y se lo tragan las olas, en donde la mar (femenino en lugares marítimos, pero masculino –el mar– tierra adentro) ha simbolizado la muerte desde los tiempos de Jorge Manrique: Nuestras vidas son los ríos / que van a dar a la mar, / que es el morir.
El nombre del personaje —Soledad— es también simbólico: Soledad, ¿por quién preguntas / sin compaña y a estas horas? Dado el carácter de García Lorca, su forma de vivir, parece más que probable que el nombre y el personaje puedan identificarse con el autor, tal como comenta (puede verse el mismo fenómeno en los personajes Martirio, Angustias, Dolores de La casa de Bernarda Alba, ya citada, o en Yerma de la obra del mismo nombre, Yerma).
El limón, el color amarillo que tiene dicho producto, representa la amargura, lo ácido de la vida, que físicamente queda reflejado no en arrugas…, sino en el color amarillo de su piel, como reflejo de la luna —también frecuente símbolo de la muerte en García Lorca—, que es quien reina en la noche, que representa a la muerte en la iconografía tradicional.
Por otro lado, Soledad Montoya, como personaje femenino es uno más entre los muchos utilizados por Lorca, quien en muchas de sus obras sólo incluye personajes de este género.
Si por un lado, vemos que Soledad es quien representa a Lorca, también podremos preguntarnos quién es el interlocutor. Y la respuesta es, quizá, que el propio autor, quien, a través del poema, realiza una reflexión en la que se autopregunta y por medio de Soledad Montoya se responde acerca de su situación.
Analicemos ahora cada una de las partes de que se compone el poema.
La descripción inicial (versos 1-8, como usted ya ha afirmado) nos señala el tiempo en el que se desarrolla la acción: Es poco antes del amanecer, ya que los gallos están cantando, en busca de la aurora. Por ello, el monte permanece oscuro (versos 1-3). A partir del verso 4º comienza a describir al personaje, por medio del nombre, simbólico como ya hemos dicho, y por medio de su físico (cobre amarillo, color próximo a la muerte, su carne huele a caballo y a sombra, si pensamos en caballo y sombra como dos elementos distintos, pensaremos que caballo hace referencia a una pasión sexual no satisfecha (debido al nombre: Soledad), mientras que sombra necesariamente debe atribuirse a la proximidad de la muerte. Si pensamos en los dos elementos como paralelos, deberemos pensar en la muerte. Yunques ahumados sus pechos, en donde el yunque a la par que algo fuerte es algo con lo que se trabaja. Por tanto, está aludiendo a la maternidad, pero el adjetivo ahumados da la impresión de que se refiere a algo ya totalmente usado, no nuevo, por lo que nos está dando a entender que es una persona ya no joven, en la que la maternidad ha podido ser reciente, porque gimen canciones redondas, es decir, continúan alimentando la alegría (canciones) de su existencia. El adjetivo redondas es una sinestesia, por la que el adjetivo que se atribuye a un sustantivo (canciones, en este caso) se corresponde realmente con otro (sus pechos). Pero la alegría que parece indicar la palabra canciones queda enturbiada por el significado del verbo: gimen, es decir, lloran. ¿Habla de la maternidad frustrada o habla de la muerte del niño que podía haber tenido? Mi interpretación es la primera, ya que el nombre del personaje así parece indicarlo.
Los versos 9-36 suponen una reflexión por parte del autor, pero hemos de seguirlo viendo como el personaje de Soledad Montoya y una Voz en plena noche. En los dos primeros versos (9-10) observamos la pregunta en la que se resumen los elementos de los versos 1-8. El tiempo, la noche, queda reflejado en la expresión a estas horas, como tiempo intempestivo, inadecuado para que ella vaya sola por el monte. La expresión —de carácter popular— sin compaña (en lugar de compañía) nos presenta junto con el apellido Montoya, típico entre los gitanos, una conversación entre dos personajes de idéntica extracción social. El hecho de que la llame por el nombre de pila —Soledad— parece indicarnos que entre ellos hay un conocimiento, una familiaridad, lo que también queda reflejado en el trato de tú, en lugar del usted, que correspondería a dos personas desconocidas.
En los versos 11-12, la respuesta inicial es desconsiderada, maleducada, incluso grosera. No tanto por decirle que no le importa, sino por el tono en que se lo dice: dime, ¿a ti qué se te importa?, donde el pronombre se no es usual en el castellano, sino que enfatiza la pregunta, que, en principio, es una respuesta al personaje Voz. Pero tras esa respuesta desconsiderada le da la verdadera respuesta –¿a quién, sino a ella misma?–: Vengo a buscar lo que busco, / mi alegría y mi persona. El verso 13º mantiene en cierto grado la inconsideración en la respuesta, pero bien entendido parece que la propia Soledad Montoya busca algo abstracto, algo que no se puede definir en palabras, aunque lo intenta en el verso siguiente: mi alegría y mi persona. Parece evidente que si busca su alegría es porque no la tiene, lo que nos demuestra que es un personaje triste, tal como veíamos en gime canciones redondas y justamente parece que al hablar de la tristeza de manera tan seguida, lo que nos quiere mostrar es que la causa de su tristeza es justamente esa maternidad frustrada.
Nos encontramos a principios del siglo XX y con un escritor educado en esa época. Tendríamos que pararnos a pensar cuál es la idea que se tiene entonces de la mujer. Supongo que no sólo en España, sino en toda la civilización occidental, aparece la mujer como símbolo de la maternidad y poco más. Si Soledad Montoya está frustrada por su falta de maternidad, está buscando a la persona que le pueda dar sentido a su vida, la que pueda hacer de ella una madre, la que le haga salir de ese estado de soledad, de aislamiento que se ha convertido en una parte de sí misma. Por ello, mi alegría y mi persona como objeto de su búsqueda es lo mismo.
En los versos 15-18, la Voz le habla personalmente, Soledad de mis pesares, identificando los pesares de la Voz con los pesares de Soledad Montoya, es decir, identificando los dos personajes en uno solo, o lo que es lo mismo, desdoblándose el autor en los dos personajes. Y sigue siendo un personaje angustiado, triste, de mis pesares. Y continúa con una metáfora, en la que tendremos que elegir cuál es el significado que se da a caballo. Puesto que el tema es la maternidad frustrada, parece indicar que se trata de esa pasión sexual de que hemos hablado al principio, pero que, desbocada o exagerada, se convierte en algo que nos lleva hacia la muerte: al fin encuentra la mar / y se lo tragan las olas. Es decir que el símbolo caballo, interpretado de cualquiera de las dos formas, acaba convirtiéndose en el símbolo de la muerte.
Especial importancia da el autor a los versos 19-22, ya que en ellos aparece el título del poema: la pena negra. De acuerdo con lo visto hasta ahora, la mar simboliza la muerte, con su género femenino, pero aquí mar ha cambiado de género: No me recuerdes el mar, por lo que no se trata del mismo símbolo. Lo podemos interpretar como la libertad, pero en un sentido diferente del que suele dársele. Puesto que el recuerdo del mar hace brotar la pena negra, habremos de pensar que esa libertad es en realidad una independencia respecto de los demás, independencia que le ha llevado a vivir en soledad, cuando ya no buscaba esa independencia. La expresión en las tierras de aceituna recuerda el lugar de nacimiento de García Lorca, Andalucía. Se consideraba Andalucía —en especial Jaén, y no Granada, provincia en la que nació Lorca— como una tierra fértil para la aceituna, por lo que quiero entender que en esta estrofa García Lorca habla de fertilidad, de maternidad, bajo el rumor de las hojas, es decir, cuando los olivos tienen hojas y por tanto aceitunas, el producto de la fertilidad. Pero esta última expresión, bajo el rumor de las hojas, indica también el hecho de estar tumbado bajo el olivo, y no vareando el árbol para obtener el fruto, en donde el rumor implica que hay una ligera brisa, y por tanto no el calor agobiante con el que se suele trabajar.
¿Qué es, pues, la pena negra? El recuerdo de una situación posible —tranquilidad, paz, reposo, compañía— que no se dio, y la pena negra es la independencia que lleva a la soledad, al aislamiento de los demás, a vivir amargada.
La Voz continúa señalando algo que parece no haber percibido hasta ahora Soledad Montoya: la pena no brota como recuerdo del mar, de la independencia, sino que la tiene, la lleva consigo, con o sin recuerdos. Y no es una pena que pueda soportar sola, es una pena que trasciende a los demás, que provoca en los demás lástima (¡Qué pena tan lastimosa!). A continuación nos habla de la amargura que conlleva esta pena (zumo de limón, comentado con anterioridad). Agrio de espera y de boca, en que se nos señala, por una parte, que Soledad ha esperado cambiar su situación, su soledad, su angustia, pero, por otro lado, no lo ha conseguido, ni siquiera físicamente, exteriormente, de boca.
En la estrofa siguiente, Soledad acepta que sí tiene la pena, la pena negra, y que es enorme, insoportable. Su casa se convierte en una cárcel, sin salida; la recorre deprisa y nada le recuerda otra cosa que su pena, por eso la recorre deprisa (Corro), sin ningún sentido (como una loca), tirada por el suelo por la desesperación (mis dos trenzas por el suelo), y manteniendo la interpretación inicial de la mujer a principios de siglo, los dos lugares donde parece estar mejor la mujer: de la cocina a la alcoba. Hay numerosos refranes en castellano que nos recuerdan este concepto, como la mujer y la sardina, en la cocina. Y respecto de la alcoba o dormitorio ya hemos hablado al señalar el concepto de que la mujer es símbolo de la maternidad.
Aquí Soledad utiliza 8 versos para su parlamento (27-34), lo que rompe con la estructura anterior del poema, debido a que ahora va a continuar con un monólogo, en el que vuelven a aparecer metáforas y símbolos. Comienza el verso 31º con el leit-motiv del poema: ¡Qué pena!, en el que la expresión es más de autocompasión que de énfasis. Esa situación que nos acaba de describir —el recorrido por la casa— le lleva a mancharse ropa y cuerpo de color negro, el color del azabache, y nos transporta una vez más en el poema al mundo de los colores simbólicos, en que el negro representa el luto, la muerte. Y termina el monólogo señalando los elementos más valiosos tanto de su ropa (camisas de hilo), como lo referido a su belleza corporal en relación con el sexo (muslos de amapola), en que además del lugar —los muslos— nos señala el color rojo de la amapola, y volvemos a ver un color que desde el siglo XVI ha representado el color de la pasión amorosa. Esos muslos de amapola, ahora manchados de negro, han perdido la pasión.
En los versos 35-38, el autor nos muestra algo que resulta, cuando menos, llamativo: ha sido la Voz quien ha comenzado el diálogo y es la Voz la que lo termina. El diálogo comienza y termina con el nombre de Soledad, y más aún: los ocho primeros versos son descriptivos, al igual que los ocho últimos. Parece claro que el autor ha querido darle al poema una estructura circular, empieza y termina en la misma forma. Quizá por el hecho de que Soledad Montoya se vea envuelta por todo ello, por el hecho de que Soledad no pueda salir de su situación. Ya ha pasado el tiempo en que esto podría haberse remediado.
En estos versos 35-38, la Voz utiliza la misma estructura circular: comienza y termina con el nombre del personaje, pero en medio le da una solución: lava tu cuerpo / con agua de las alondras, / y deja tu corazón / en paz. La primera parte (lava tu cuerpo) parece la consecuencia necesaria de lo que nos acaba de señalar: de azabache carne y ropa. Es decir, olvida lo pasado y remonta el vuelo2, vuelve a situarte como antes de encontrarte en esa situación. Pero, sobre todo, no ahondes en tu pena, deja tu corazón en paz. Si sigues dando vueltas a tu soledad, la angustia se hará cada vez mayor, parece decirle la Voz a Soledad.
En la descripción final, la naturaleza ha continuado su transcurso, y ya no aparece Soledad Montoya. La luz brilla, el río canta, los colores son alegres. El autor termina con un cambio respecto a la actitud anterior. Ya no se trata de una persona, sino de un grupo: los gitanos, que viven marginados frente al resto de la sociedad, pero no porque ellos rechacen a los demás, es una pena limpia, pero es la soledad, puesto que es una pena siempre sola, desconocida para los demás (de cauce oculto) y rechazo desde antiguo (madrugada remota).
Esta última descripción generaliza lo que hasta ahora se había quedado en un poema íntimo, por lo que parece que el autor, al igual que en el resto del libro Romancero gitano, se identifica con esa raza, con ese sector social, lo que le lleva a dedicar todo un libro y parte de otros a ese mundo marginal.
Para terminar con el comentario, señalar que la estructura métrica se corresponde con la forma Romance, que es un poema de carácter popular y tradicional, puesto que tiene su origen en la Edad Media.
2 La alondra es un ave que remonta el vuelo hasta muy arriba, como si fuera hasta el cielo, hasta la pureza del corazón. Quizá por eso el autor habla del agua de las alondras.