diciembre 27, 2005

Nota de Clarín, sobre el Reportaje de Osvaldo Bazán a Fito Páez

El programa ya es de por sí bastante raro. Un conductor (Osvaldo Bazán), cuatro o cinco invitados (gente conocida, personalidades destacadas en diversas disciplinas), una picadita y luego algunos temas lanzados durante cuatro bloques para que cada uno diga lo suyo, para que las opiniones circulen y para que las ideas se encuentren unas con otras. Así dicho, no parece algo tan pero tan raro. Bien. Los invitamos a ver qué programas integran la inmensa mayoría de la oferta televisiva y digan luego si esto les sigue pareciendo –o no- una rareza. Aquí no hay gritos, no hay histeria, no hay escándalos, no hay mujeres semidesnudas. Bicho raro durante el año –no Bazán sino el programa; y si también lo es Bazán, al menos no nos consta-, la propuesta se vuelve doblemente rara cuando viene a aparecer en pantalla un día 25 de diciembre, jornada televisiva tan poco seductora si las hay. Fue el último programa de Tenemos que hablar (TN) y, quién sabe si por último o porque le vino en gana al conductor, esta vez no teníamos varios invitados sino uno: Fito Páez. Un sillón, unas copas, Fito y un piano. Nada mal. La charla arrancó teniendo en cuenta el calendario y entonces la Navidad sirvió como primer disparador. Fito hizo memoria y recordó navidades pasadas: escenas que le venían a la mente, situaciones y cuadros familiares. ¿Y adivinen qué? Las imágenes que aparecían traían momentos de cierta tensión, con ataques de honestidad brutal incluido. ¿Ven? Parece que pasa en las mejores familias. Será la bebida, quién sabe; pero lo cierto es que son fechas en las que a todo el mundo, ya en la sobremesa y después del brindis, se le da por decir todo lo que piensa sobre cada uno de los presentes. ¡Con lo lindo que es despacharse sobre los ausentes! Pero no. Vienen y se liberan los unos frente a los otros. Será catártico, liberador y purificador, pero no se puede negar que es mucho más denso y menos divertido que entrar a sacarle el cuero al tío que faltó y que eligió en cambio pasar la Navidad en lo de la otra familia. De esas reflexiones pasamos a otras y luego a otras. Así, habló sobre cómo fue que aparecieron ciertas letras, cómo vivió aquel cenit de su gloria y cómo fue que se corrió al costado del camino. Hubo también un momento largo dedicado a la música popular. A cómo la veía él y a cómo la había aprendido y estudiado. Y aquí nos pareció curiosa cierta analogía que, nos dimos cuenta, existía entre los músicos y los gobernantes. Fue cuando Fito dijo que hoy, muchos de los que se dedican a la música popular lo hacen como si con ellos empezara el grado cero del asunto. Desconocen la historia, lo que hubo antes. No lo estudian, no lo aprenden, no lo incorporan. ¿No es lindo ver cómo gobierno y música pueden ir de la mano? Entre éstas y otras ideas se nos fue pasando la noche. Bah, una hora; tampoco toda la noche. Una hora de lo más entretenidos, conociendo algunas anécdotas y descubriendo nuevos pensamientos; ¡y hasta pegamos regalitos navideños y todo!: a cada finalización de bloque, un tema de Fito. Se despidieron sobre la medianoche, sin poder el conductor asegurar exacta continuidad de programa y canal. Buuuu. Vamos, cierren acuerdo, que el televidente se los agradecerá.
Guadalupe Diego. De la Redacción de Clarín.com.

3 Comments:

Blogger Mario Alvarez said...

Sandra librepaez espera tu link hacia nosotros (nosotros hacia vos, vos hacia nosotros). Gracias y feliz navidad!!!

2:11 p.m.  
Blogger Mario Alvarez said...

año nuevo, perdon ya pasó navidad (ouch!)

2:12 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

hola!
acabo de ver un pequeño reportaje de tu blog en un diario
genial lo q haces
si yo tuviera tiempo lo haria tb
ya q soy una fanatica mas de fito
saludos!!!
feliz año!

11:48 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home