septiembre 23, 2006

Nota del Diario La Nación 23/09/2006

La clave es hacia dónde se mira

El luminoso nuevo disco de Fito Páez contrasta con el deslucido homenaje al rock argentino
zá no es justo mezclar la Biblia con el calefón, pero esto es la vida y la coincidencia de que en la misma semana hayan salido el nuevo disco de Fito Páez, El mundo cabe en una canción , y el doble Escuchame entre el ruido - 40 años de rock argentino es una buena excusa o quizá simplemente una argucia, una treta, para reunirlos en una misma página. Ayuda, claro, que Páez haya sido uno de los pocos nombres "grosos" del género que no puso su voz en el popurrí con alma de karaoke que comandó Lito Vitale (aunque sí hay una canción, "Tres agujas", cantada fantásticamente por Spinetta). Empecemos, y aquí sí hay cierta justicia, por Fito Páez. El mundo cabe en una canción es un álbum que, como es ya habitual en el rosarino, está compuesto, grabado y terminado con especial esmero. Quien pone semejante título a un álbum, tiene en claro que está manejando elementos nobles, pero también delicados y que un paso en falso puede destruir a la más bella melodía. Con un arte de tapa que juega con las posibles caras del músico, gracias a fotos con diferentes máscaras, Páez hilvana en las letras de sus contundentes canciones la historia suya que es también la de su alrededor, para conformar un disco luminoso, un disco de canciones que deberían llamarse pop, si esta palabra no estuviera hoy tan desvirtuada y siguiera significando aquello que fue: composiciones en la línea de las que supieron escribir los Beatles o los Beach Boys. Páez parece no tener que rendir cuentas al rock, o a lo que se supone hoy que es el rock, y busca en las melodías aquello que funcione armónicamente con las historias que tiene para contar: historias de vida y luz, pero también de calles y dolores que esta vez no tienen la densidad que sí se encontraba en otros trabajos (recordar, por ejemplo, la densidad de "Paranoia fierita suite" o "Acerca del niño proletario"). En cambio, se permite jugar en relatos como "Sargent maravilla", donde la cita beatle se mezcla con la realidad tercermundista; o los sueños que se vuelven pesadilla de "Entrance"; el crimen pasional y musical de "Fue por amor" (con música de Coki de Bernardi) o el seudopolicial "La hora del destino". En estas suertes de relatos, podría verse el efecto que pudo haber tenido en las canciones el hecho de que hayan sido grabadas casi en simultáneo con el rodaje en Rosario de la nueva película de Páez, ¿De quién es el portaligas? (como postal de esa temporada, el tema que cierra el álbum es "Caminando por Rosario"). También juega y cita, reconoce y agrupa, tanto las influencias en su música como las enumeraciones en sus letras, en las que puede convivir Twin Peaks con una marca de piano, Thelonious Monk con la Cantilo y donde la voz es Mercedes, con perdón de Sinatra. Está el Cuchi y Pichuco, pero también algún personaje de Truman Capote. Todo este universo gira y funciona en el álbum de Fito, en canciones donde su voz está trabajada como pocas veces antes. Lo acompañan varios de los integrantes de su banda: el gran bajo de Guillermo Vadalá, la guitarra de Gonzalo Aloras, los coros de Vandera, a los que se suman invitados como Coki, Claudio Cardone en teclados y Gabriel Carámbula en guitarra, entre otros. Y el baterista Pete Thomas, compañero de ruta de Elvis Costello . Pero si el mundo cabe en una canción (y Páez insiste, porque no sólo es título de álbum y canción, sino también verso en "La casa en las estrellas") no siempre se verifica la inversa. Esto es, en el mundo a veces sobran canciones. O, para ser más claros, versiones como las que aparecen en Escuchame entre el ruido , el álbum doble gestado por Lito Vitale. Así, la irreverente propuesta del comienzo, la de confrontar estos lanzamientos por la coincidencia temporal, sirve para que salten a la vista dos muy distintas propuestas estéticas. Difícil entender por qué tantos artistas (Spinetta, Cerati, el Indio Solari, Adrián Dárgelos, Pedro Aznar, Vicentico, Los Piojos, entre otros) aceptaron participar en un disco con tan poco espíritu de rock. Tal vez por que es a beneficio del hospital Garrahan, o por el "honorable" efecto de los 40 años del género, o porque detrás está la Secretaría de Cultura de la Nación. Pero Vitale, con sus teclados y sus arreglos, es lo que predomina en casi todas las 27 canciones. Vitale hace reggae, blues y rock fuerte, y así logra una uniformidad que sólo se rompe en pocos casos: en el citado "Tres agujas"; en el de Los Piojos, en el de Gieco y en el de Solari. El resto es un continuo débil sobre el que aparecen diferentes y reconocibles voces. El mundo cabe en una canción Fito Páez El mundo cabe en una canción, Rollinga o Miranda girl, Te aliviará, Sargent maravilla, Entrance, Fue por amor, Eso que llevas ahí, Intermezzo, La hora del destino, Enloquecer, La casa en las estrellas, Caminando por Rosario

(Sony/BMG) Adriana Franco