diciembre 11, 2006

Añoranzas y clásicos con teclado amarillo.(Nota: Diario EL Ciudadano 11/12/2006)

Fito Páez se presentó el sábado ante 5 mil fans. Si bien su creatividad tambaleó con el último disco, demostró la vigencia de más de dos décadas con la música


La multitud, en su mayoría menores de 30 años, demostró su lealtad a Páez y enloqueció con los temas de sus primeros discos.

Fito Páez presentó oficialmente su trabajo El mundo cabe en una canción el sábado por la noche en un Anfiteatro Humberto de Nito colmado, con seguidores jóvenes y algunos (los menos) que peinan canas con orgullo.
A pesar del contenido cursi de sus últimos temas, el cantautor rosarino ofreció un show donde mezcló un poco de todo, donde los clásicos no faltaron y la gente demostró que, más allá de sus giros musicales, lo banca a muerte.
El show comenzó a las 22.20 con el tema “Eso que llevas ahí”. Fito decidió mostrar en primer lugar el hit de su último disco, sabiendo que le esperaba una noche larga (que continuó con una cena en el viejo bar de Catamarca e Italia, hasta altas horas de la madrugada), y muchos éxitos por interpretar.
Acompañado por Gustavo Vandera y Gonzalo Aloras (ambos en teclados, guitarras y coros), Paul Dourge (bajo) y Diego Arcaute (batería), Páez se lució detrás de su teclado cubierto de piel amarilla, ante una escalinata que en su mayoría no contaba más de treinta años.
“Yo te amé en Nicaragua” fue el segundo tema de la noche y los no tan jóvenes, o esos que llevan años escuchando al ex de Cecilia Roth, notaron el guiño que el músico hizo desde el escenario: no se había olvidado de sus orígenes musicales.
Luego pasó “Dar es dar” e invitó a Jorge Fandermole a entonar “Oración del remanso”, una hermosa canción del guitarrista y Liliana Herrero. Con este tema cantado a dúo hubo un desparejo juego vocal en el que Fito se vio desfavorecido. En este caso Fandermole fue un invitado que restó protagonismo al propio anfitrión, al igual que el maestro Gerardo Gandini el año pasado en El Círculo, cuando Páez presentó su disco Moda y pueblo.
“Muchachos, esta es la música posta, no la mierda que uno escucha ahora”, dijo Fito y (sin dar espacio a interpretaciones mal intencionadas) comenzó a sonar el tema que da nombre a su nuevo disco: “El mundo cabe en una canción”.
Para la siguiente creación, aparecieron cinco camarógrafos es escena y Páez explicó que se trataba de la filmación de su próximo video clip. Fue así como interpretó “Te aliviará” y quedaron registradas las alabanzas al enrulado cantante en su propia ciudad.
Precisamente, ese amor por Rosario fue expresado en incontables frases de boca de Páez, y hasta confesó haberse vuelto “un poco chauvinista”, por venir a la ciudad a realizar sus videos, hacer que nazcan aquí sus dos hijos (presentes en el anfiteatro) y dedicarle tantas canciones. En todos los tenores y de cualquier tipo, esta modalidad se fue tornando demagógica, empalagosa y hasta parecía falsa. Tal vez quedó algo en la psiquis de Páez sobre su partida de Rosario a la gran Capital, aún sin resolver. El problema es que tanta añoranza lo llevó a componer la chabacana “Paseando por Rosario”, una canción que usó como penúltima en el repertorio del sábado y que roza más los relatos de Poldy Bird que aquellas piezas de colección que hablaba de vidas que cayeron al mar, o de una loca que hablaba al espejo sola, como en “La Verónica” y “Cadáver exquisito”, respectivamente (otras en la lista del show).
Después siguió con la dulce “11 y 6” y esa historia de los dos pibes que vendían flores en la calle emocionó a los espectadores que luego enloquecieron con el popurrí que hizo Fito, a solas, con su teclado amarillo. La mezcla incluyó estrofas de “Desarma y sangra” (de Serú Girán) y clásicos como “Pétalo de sal”, “Tema de Piluso” y “Viento dile a la lluvia” (de Litto Nebbia).
Sus amigos y coequipers también tuvieron su espacio a solas con el público en el anfiteatro, tal es así que Vandera y Aloras (quien no quiso perder su lugar de estrella luciendo una especie de turbante, ésos que las señoras suelen vestir lo sábados a la tarde, mientras se hacen la toca) cantaron un tema cada uno. Luego fue el turno de otro invitado e integrante de la troup de Páez: Coki Debernardis, quien acompañó al anfitrión en “Fue por amor” (tema del que participó en el disco El mundo cabe en una canción) y Fito le devolvió el gesto cuando sonó “Linyera”, de Perdida, el último trabajo de Coki.
La medianoche ya estaba en su curso, y mientras se escuchaba “Brillante sobre el mic”, “Polaroid” y “Circo Beat” el público demostró que sigue a Fito a pesar de sus recaídas creativas, como “Sargent Maravilla”, una canción en la que los músicos (y unos ridículos en las escalinatas) lucieron una máscara de mono, como en la gráfica del disco. Pero ésa no fue la peor canción, después vino “Caminando por Rosario”. Asimismo, no es casualidad que Páez lleve más de veinte años en esta profesión, y eligió un clásico para el final, de esos que agitan el tumulto y cierran con honores cualquier fiesta: se trató de “Mariposa tecknicolor”. El show alcanzó dos horas y media, y para el final, una impactante lluvia de fuegos artificiales, por detrás de las escalinatas, se robó todos los aplausos.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

en tu puta vida se ve que escuchaste con atencion a fito no?

el show fue lo mejor de mi miva y no se puede discutir...

si la identidad del disco son mascaras de monos es asi,,, como lo son los logos de otras bandas

los vagos de las escalinatas se adelantaron a todos con las mascaras

y los vagos con la bandera de naturaleza sangre q agitaron esa bandera toda la noche y enloquecieron cuando sono el mismo tema eramos un grupo de 4 chicos de la ciudad de reconquista en sta fe

viajamos muchos kilometros para verlo y no voy a soportar que el mejor recital en 10 años de fito sea desmerecido asi

9:15 p.m.  

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