febrero 25, 2007

Falta un espacio para la reflexión (Nota: La voz del interior 24/02/2007)



El artista interpreta el marco cultural de hoy y se refiere a "¿De quién es el portaligas?", su segundo largometraje. Charla sin red en La Cumbre.

Roger Koza
Especial


En poco tiempo se estrena su segundo largo, ¿De quién es el portaligas? Recientemente se editó su último disco, El mundo cabe en una canción. Pero en enero, Fito Páez descansó en las sierras de Córdoba, más precisamente en la localidad de La Cumbre, geografía que considera casi un segundo hogar.

La Cumbre es un lugar elegido por artistas, y no causa sorpresa ver entonces a Páez tocando el piano del café La Gran Aldea en una noche de verano. Discreto aunque presente, Páez es algo así como la nueva adquisición del elenco semiestable de La Cumbre. Y mientras descansa no deja de tantear nuevas cadencias para futuros temas, sin imaginar también algún plano secuencia posible para un filme no muy lejano en el tiempo. Muchos pensaron que Vidas privadas era el capricho de un músico exitoso. Pero para quienes supieron ver un valor estético y político en su primer filme descubrían allí a un posible realizador. En efecto, cine y música son los caminos elegidos por él como artista.

-¿Cómo entendés hoy el arte, cuál es su función, en búsqueda de que estás como artista?

-Todos sabemos que el arte es una expresión inútil y ese es el motivo por el cual un montón de gente se interesa en él, aunque cada vez menos. En algún momento se pensó que podía modificar conductas sociales en gran escala, creo que es una gran falacia. Con un poco de suerte puede hacernos emocionar y darle sentido a todas las barbaridades que habitan nuestro corazón en un momento. Eso si, hay que estar predispuesto y preparado, te diría, para comprender y disfrutar las expresiones humanas, no vaya a ser cosa que ese día pase algo especialísimo en tu vida y después tuviste que escribir sobre la última de Almodóvar y decís que no te gustó.

Páez dice que, por otro lado, "vivimos una democratización de las expresiones y eso hace que el concepto de arte se amplíe o desaparezca".

-¿Qué podés hacer con el cine que no podés hacer con la música? ¿Por qué el fotograma en vez del pentagrama?

-La música sólo conlleva las imágenes del propio espíritu del oyente. La imagen funciona como una máquina mucho más ordenada y dictatorial. Todo tiene sus pros y sus contras. Las dos cosas invitan a la inteligencia, al placer y a contar el mundo, así que son dos drogas irresistibles. Con sus lenguajes bien específicos y diferentes, pero siempre hay algo de una disciplina que me hace pensar en la otra. La composición a la escritura, la dirección de arte a los arreglos, el montaje a la mezcla del álbum, la dirección de actores a la de los músicos, etc.

-¿Como te ves en el mapa del actual rock argentino? ¿Qué está pasando?

-Hay un antes y un después de los ‘90. La música popular argentina ya es una tradición centenaria y de la más variopinta. En todas sus formas, las urbanas y rurales, encontramos complejidad, belleza y precisión. Tanto en las palabras como en los aspectos rítmicos, melódicos y armónicos, que son los elementos específicos que hacen a la canción. Los devaneos sociales y políticos sacaron a los artistas populares de la barricada estética y los llevó directo a la barricada del discurso.

-¿Entonces?

-La falta de proyecto colectivo hizo que pareciera más importante la urgencia de pertenecer a algo (lo que sea, llamémosle tribu), sin comprender que se estaba produciendo un vaciamiento estético histórico ligado a nuestra música popular. Eso que sucede en los ‘90 es un cisma.

-¿Con qué consecuencias, en tu opinión?

-La ingeniería del país entra en crisis, otra vez, sólo que esta vez se iba a cargar a la música argentina. No digo que no haya autores e intérpretes de valor estético y por ende emocional. Sólo que otras épocas los hacía aparecer para hacerlos funcionar como la conciencia espirituosa del momento. En general gente valiente, lúcida, arriesgada y con un gran sentido del humor. Hoy cambiamos ser artistas por ser famosos y levantar el dedito de una ideología anacrónica berreta de izquierda, siempre ligada a las grandes causas, en lugar de ir tres veces por semana a lo de la profesora de piano del barrio, para que nos enseñe los ladrillos fundamentales para construir una casa.

La relación de Páez con el cine viene de lejos. Había participado en algunas películas de Solanas (Sur) ycompuesto música para un filme de Almodóvar. Pero, un buen día, decidió dirigir. Su primer filme fue ambicioso, en el sentido que, como pocas películas argentinas, mostraba lúcidamente cómo la historia social tenía efectos constatables en la vida privada.

-¿Cómo ves a la distancia la experiencia "Vidas privadas"?

-Fue una de las experiencias más importantes de mi vida. No podía atravesar mi tiempo sin contar esto. Veía tanta hipocresía y tanta boludez en la Argentina pos democrática, fue una imposición espiritual. No pude avanzar en otra dirección sino hasta haberla terminado. Fue muy doloroso y muy revelador. Pude ver dónde estaban los actores del drama, en realidad y confirmar, no sin dolor, que éramos nosotros mismos, que sólo sabíamos vivir en la analgesia y cualquier punto de vista que llevara a la idea de revisar el trauma iba a ser rechazada de antemano. Pero esto no es nada nuevo, nadie quiere ir al cine a que le digan que forma parte de una sociedad amoral. Por otro lado.... "¡¡¡los músicos de rock no filman películas serias, pibe!!!".

-¿Y qué esperás de tu próxima película, que será una comedia?

-Tiene apariencia de comedia pero, por otro lado, está el tema de la familia como tema central. La familia es el centro de las relaciones humanas y está la heredada y la que uno elige. La peli habla de estas posibles formas de comunión entre las personas y tiene un mensaje que no voy a revelar pero que se parece más a como me gustaría que fuera el mundo.

-Se habla de un Nuevo Cine Argentino. ¿Te sentís parte? ¿Te interesa la obra de alguno de los nuevos directores de hoy?

-Me apasiona el cine de Lucrecia Martel, por su extraordinaria sofisticación. Me recuerda a Silvina Ocampo, un cine de detalles, elegante, donde las perversiones están a la orden del día y no carente de sentido del humor. Creo que es la mejor. También en esa línea podríamos hablar de Luis Ortega, cuyas dos películas Caja negra y Monoblock nos muestran a un artista joven, pero consumado en sus convicciones. Una especie de niño viejo lleno de picardía, dolor y disparate. Adrian Caetano también me gusta. Conoce al dedillo el negocio de los hombres y tiene un cine noble y rugiente como su corazón, intuyo. Ahora, formar parte de algo, creo que no. El cine aunque no parezca es un arte muy atomizado. Creo que el nombre de Nuevo Cine Argentino está más referido a una necesidad de la prensa para poder englobar ciertas expresiones jóvenes de una época. Pero no podemos hablar de esto como si se tratara de Cinema verité o Nouvelle vague en relación a los Cahiers du cinema.

-¿Por qué?

-Posiblemente deberíamos aprender de esta gente y crear espacios propios de reflexión y producción de ideas y películas y entonces si, se podría hablar de un movimiento cuyo nombre podría ser tan ridículo como "No me gusta que nadie hable mal de mí y menos el crítico del jornal del barrio". En ese aspecto creo que los artistas y críticos argentinos vivimos lo que hacemos de una forma muy acomplejada. No sentimos curiosidad por la obra del otro por todo lo que nos puede revelar de nosotros mismos que no sabemos. Y vivimos esto como un horror, no como lo que, sin dudas, sería un privilegio y una forma de expandir ideas.



* La Cumbre está muy cerca


–En los últimos años has elegido La Cumbre como lugar de descanso y, tengo entendido también, como lugar de inspiración. ¿Por qué?

–La Cumbre también me remite a mi infancia en el valle de Punilla, hoy se ha transformado en un lugar de disfrute para toda mi familia. También es un lugar ideal para componer, escribir y comerse esos buenos chivitos en El Toboso y visitar amigos entrañables. Alguna noche en El Emir, donde el Rulo te recibe con espontánea hospitalidad, escuchar cantar a Martita Fernández en algún hotel recién inaugurado y verse en el cineclub algunas de las nuevas rarezas del cine mundial o una de Welles de los años 40. Comerse una buena pizza en El Búho acompañada de cerveza artesanal, hacer compras en el Cordiez y terminar con el mojito de Fabián en Kasbah.

5 Comments:

Blogger pablo said...

fito para mi tiene olor a libro, no siempre, siempre me ha gustado pero antes era como un plato de arroz.carne.ensalada y ahora lo siento mas como una sopamultiplesingredietesdiminutosasociados antes lo encontraba muy abre muy y ahora dejo de parecerme asi no mas, y lo encontre un dia mucho mas energizante, me cae bien, el 2004 toco en viña y el show me gusto pero el de hace dos dias me gusto mucho mas, toco cadaver exquisito y realmente el me entretiene leer las cosas que dice, no tengo el disco el ultimo pero la pagina me gustame gusta la musica del gueon porque tiene la profundidad de una sopa de pescado, como los libros, estubo super energetico como toco el teclado chau

4:18 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

gracias por la nota, fito lúcido como siempre!mi voto de hoy!

3:46 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Saludos Sandra y mi voto
Regreso para leer detenidamente tu artículo.

ElsA

11:25 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

que buen blog, tan prolijo, tan ordenado, con tanta info, mis votos para vos.
(http://www.berpargentina.blogspot.com) estoy en "ciencia y medio-ambiente")

2:32 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

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5:59 p.m.  

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