marzo 27, 2007

Nota desde Colombia por Sofía Sánchez V.(www.shock.com.co)



Por Sofía Sánchez V. -
Un nuevo disco y una película obscena SON la excusa para que el loco Fito atienda la llamada de Shock. Un neurótico encantador al que ya hace tiempo le importa un bledo la crítica.


Una, treinta o mil, a Fito le da igual. Facetas, ritmos, personalidades… dualidades que concluyen en lo absurdo, en la cara y en el sello, en el bien, el mal, el hastío, la belleza o la ignorancia. Si el mundo cabe en una canción, como ahora lo recita en su música, el universo en sí está repleto de versiones, de caras benévolas, malignas, insatisfechas, dolientes…
Fito, llamado por sus seguidores como el poeta de este tiempo, contemporáneo y sucio, jinetea su impaciencia, su neura exacerbada. Se percibe al teléfono con tedio, como si ya y ahora su obra fuera inimitable, insuperable. Con todo, escucharlo va a ser siempre un placer.

La excusa para esta conversación es el lanzamiento en Colombia de su álbum El mundo cabe en una canción y, de paso, el próximo estreno (al menos en Argentina) de su segunda película ¿De quién es el portaligas? Para dejarlo claro, Fito no es amable. O mejor, su locura, su escritura, su lectura y su apasionamiento lo muestran cortante y neurótico, como un muro impenetrable.

Shock: Recientemente ha hecho fuertes críticas a la poca curiosidad en las propuestas de los músicos
latinoamericanos; además de reclamar la historia centenaria de la música popular argentina.
¿Por qué esa arremetida?
Fito Páez: No me quiero poner como el viejo vinagre, porque a lo mejor es una época pobre ésta. Creo que son momentos del mundo que puede afecten un poco a la música popular, pero tenemos que esperar que pasen; tenemos la esperanza de que van a aparecer autores nobles y músicos enrollados en contar la historia del barrio, y hacerlo bellamente.

Y entonces, ¿a qué le está apostando usted en esta nueva grabación?

Yo no le apuesto a nada. Hago mi música, de toda mi vida; en cada momento estás haciendo lo que el corazón te dicta y lo que tus recursos musicales te permiten. Es lo que tengo que contar ahora, a los 43 años. Es un álbum, y un álbum no es un resumen de tu vida, es una parte y un aspecto de ella, pero con eso yo no estoy queriendo decirle nada a nadie específicamente. El que tenga un poco de curiosidad va a encontrar, de seguro, un poco de cosas.

Bueno, entonces, ¿por qué el mundo cabe en una canción?

(Carcajadas). No sé cómo responder esto, la verdad. Porque, claro, la gente hace las cosas como si fueran conceptos de marketing. Me parece que está lleno de sugerencias, son todas palabras fuertes: “canción”, “mundo”, “caber”, y cada uno deberá hacer ahí su vuelo, su interpretación.

Este álbum, metido en el ojo del huracán por razones musicales y conceptuales, ¿cómo es finalmente? ¿Complejo, laxo, simple, aventurero?

Uno es tan complejo como es y tan sencillo también. Es un disco simplísimo. Lo que pasa es que es tan fea la música de la época, que mi disco parece La Consagración de la Primavera de Stravinsky. Pero este es un álbum con estructuras
musicales sencillísimas. Lo que pasa es que a la época le puede sonar complicado.

¿Tan fea la música actual como la de quién?

No, en general. Lo que escuchas en el mainstream. Yo no quiero dar nombres, no me gusta hablar mal de los que ahora se supone que son colegas. Pero, en general, lo que se apunta claramente en la industria musical es a adormecer; Entonces, es muy difícil que llegue algo disparatado y loco a las primeras planas. El mundo está viviendo este momento ahora, quiere que todos escuchen lo mismo; a los artistas no les gusta la música sino que quieren ser famosos (risas).

¿Por qué el juego de las máscaras y la estética en la carátula de este disco?

Las máscaras… fue medio casualidad total, pero después nos dimos cuenta, cuando vimos las fotos, de la importancia de las máscaras. Somos máscaras nada más (risas). Nos gustó mucho jugar con eso ahí adentro. La cantidad de cosas que caben adentro de una máscara, las diferentes máscaras, las diferentes canciones, los diferentes mundos que entran en una canción…

Le dedicó el álbum al maestro Fontanarrosa, quien recientemente anunció su retiro por la enfermedad que lo aqueja.

Sí, en realidad anunció el retiro de su mano derecha (risas). Estuvimos muy cerca, durante muchos años, y es un disco que habla también de Rosario. Justo ahora filmó en mi película y me parece que se merecía que en algún momento de mi vida le dedicara un álbum. Creo que este era el ideal para dedicarle. Y esa dedicatoria no tiene ningún origen piadoso.

Las críticas, especialmente en Argentina, lo acusan de egoísta por el tipo de narraciones que incluyó en este álbum. Para muchos, son historias íntimas, que solamente podrían interesarle a Fito Páez.
¿Qué opina de eso?

Ese es el estado de las cosas. Igual, cada persona que escribe una crítica tiene que hacerse cargo de sus palabras. Yo no tengo nada más qué hacer que mis discos.

Pero, por ejemplo, ¿no hay algo de verdad en que el single El mundo cabe en una canción se asemeja un poco a la narración de Al lado del camino? ¿Historias, vivencias y momentos de Fito en últimas?

Tiene algo, eso es verdad. Lo que pasa es que es un poquito más amplia y abarca otros aspectos. Una canción que toca con la música de Charly, Luis Alberto (Spinetta). Es verdad, narra un punto de vista de alguien que creció dentro de un contexto cultural y que lo quiere de vuelta.
Eso que llevas ahí, el primer sencillo, concluye con una frase bien contundente: “Canciones de liberación”, y la libertad ha sido una de sus temáticas habituales.

Cuando uno habla de liberación, habla de la frase de Serrat: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene remedio”.
Pero es bueno conocer la verdad, porque eso también nos libera, y conocer la verdad puede permitir reconocer nuestros errores, poder mejorarlos. Hacer menos daño y no ser tan vanidoso y tan narcisista; hacer que el mundo sea más hermoso. A lo mejor, lo que hay que revelar no siempre son cosas hermosas, a veces son espantosas también, pero eso te va a hacer más libre al final.

Así resumido podría uno pensar que las críticas ya no le interesan…(Risas). La verdad es que tengo que dedicarme a hacer las películas y los discos. Hay que vivir con eso y seguir adelante, nada más.

Esto nos remite a Vidas privadas, su primera película.

Es una gran ensalada el mundo. ¿Qué van a decir las críticas? Viene un tipo que hace música y de repente hace una película… Tenían que hablar mal, no cabía otra. Yo sabía que era un riesgo que corría. También hablaron de un montón de discos míos que… (risas) que todavía gozan de muy buena salud. El diablo sabe más por viejo que por diablo.

¿De quién es el portaligas? es el nombre de su segunda película. Usted la ha descrito como un “disparate lleno de traiciones, desencuentros, amoríos, imposibles…".

Es una película hecha en tono de comedia, con una idea muy linda sobre el paso del tiempo. Me parece que es poco convencional en el sentido de cómo son las familias más tradicionales, porque apuesta a que los vínculos pueden tener un montón de formas y que las amistades y las relaciones amorosas pueden seguir adelante de tantas maneras como personas hay en el mundo. Y como ganas tengamos de que las cosas sigan adelante.

¿Y los personajes? ¿Cómo los va a sentir el público?

Creo que son adorables. Todos muy contradictorios, llenos de dilemas, pero con un gran sentido del amor
para dar entre ellos. A lo mejor, uno hace películas para que el mundo sea más parecido a lo que uno quiere que sea y no como es.

¿Qué hay de Fito en la película?

¡Toooodo! Porque todo lo que uno hace está tocado por el punto de vista de uno. Es inevitable que haya aspectos autobiográficos, pero por supuesto yo no voy a andar contando mi vida tan obscenamente (risas).

Pero siempre, cualquier situación, está teñida por lo que vos querés que sea. Uno es dueño de sus escenas, sus palabras, sus acordes.

¿Y se parece a lo que imaginó?

Sí. Se parece muchísimo. Es una tarea ardua el cine, porque hay que lidiar con un montón de cosas, pero en principio diría que estoy muy contento, es muy fiel a lo que quería contar.

Fito, ¿le interesa la política?

Me interesa. Me parece que es el teatro más fuerte del mundo. Es el lugar donde suceden las cosas de verdad, donde las decisiones tienen un peso muy fuerte. No para participar, porque mi cometido es otro. Es muy arduo y no quiero tener que tomar decisiones por la vida de los demás; me parece un delirio eso. Y no me gusta tampoco cómo está el mapa político del mundo. Está muy… ¡te echa!, no te invita a participar. Por supuesto, uno con lo que hace está dando una opinión política, un punto de vista, eso es muy importante. Pero llamarme a participar así activamente, plenamente… no, porque ya me lleva mucho tiempo cuidar a mis hijos e intentar ser un artista acorde a las circunstancias que me ha tocado vivir, de privilegio en el mundo.

"Mucha gente levanta el dedito para decirles a los demás cómo tienen qué vivir, y eso no es bueno. Lo bueno es escuchar una música maravillosa y que eso te abra la cabeza y libere tu espíritu".

"Lo único que tiene que hacer el rock es posicionar la música, nada más, y dejar de ponerse tantas palabras en la boca".