mayo 25, 2007

La Revista de Cuba : Alma Mater, Publicó una nota de Fito de Nov. 1988.


FITO PÁEZ SIN PUNTO FINAL
Por María del Carmen Mestas



Una sorpresa para nuestros lectores, de los archivos de Alma Mater retomamos esta entrevista a Fito, publicado en el No. 309, noviembre de 1988.
Buen provecho...


Le asusta cuando lo llaman genio. Fito Páez prefiere ser relámpago sonoro en las multitudes o ese teclado que grita el rock, se fusiona al tango e invita a divertirnos. Sin embargo si hurgamos en sus textos encontraremos la herida de una reflexión profunda y muy actual. Metáforas como fuego, cuchillos sin silencio y una capacidad expresiva inusual para provocar la relación con el público, dibujan la imagen de esta figura a la vanguardia del movimiento rockero argentino.

En 1963, el 13 de marzo, nació Rodolfo Páez, quien, muy pibe, se entusiasmó con la música. Integra grupos como Neolalia, Staaf, El banquete y se une, primero, a la agrupación de Juan Carlos Baglietto y, luego, a la de Charly García, que tuvo una marcada influencia en el quehacer autoral del joven. En 1985 encuentra gente con swing para formar su banda, una pequeña tropa que todos encontraban «muy bien aceitada» y de la que ahora, por necesidades de cambio, se desprendió. La discografía del artista rosarino incluye varios acetatos: Del 63, Giros, La, la, la, y Ciudad de pobres corazones en los que convergen desde el latido intimista hasta la canción social.

Dialogamos un atardecer cuando el crepúsculo empezaba a inventar sombras y el artista buscaba satélites no en el cielo, sino en el mar.

¿Has tenido en algún momento miedo de que el público no te responda?
Sí, cómo no, y he sentido miedo de no responder yo también.

Algo me inquieta. ¿Tu presentación en el escenario es estudiada, eres realmente un poco loco o esa proyección es parte del show?
Soy un loco cuerdo que busca divertirse; si tengo ganas de bailar, bailo, si quiero estar tranquilo tocando el piano, lo hago.

Pero, nunca estás tranquilo...
Es cierto. La vida se vive hoy muy aprisa. Es poco el promedio de edad, quizás 50 años.


En Cuba, se prolonga hasta los 70.
Es que este es un lugar maravilloso, único en el mundo.

¿Y quisieras vivir 70 años?
Un poquito más: 700.

¿Para qué tanto?
Pues para continuar haciendo música.

¿Grabas?
Recién termino un disco nuevo: Cacería. Lo voy a mezclar a Nueva York.

¿Intentas cazar la noche, el amor, las estrellas...?
El título se lo da una canción. La vida del músico, la del poeta, la del que hace arte es tratar cada día de atrapar algo para hacerlo realidad. En mi caso sería la música, que no sé donde está, si en el aire... Esa es mi cacería.

¿Te consideras músico o poeta?
Ninguna de las dos cosas. ¿Quién soy en realidad? ¿Músico? Es posible. Poeta, no. Es un terreno muy denso, muy amplio.

Sin embargo, haces poesía.
No en la categoría literaria en que esta se define.

¿Y lo sensible?
La sensibilidad es como un trabajo más, como una ejercitación que se logra viviendo.

¿Inventas tus canciones o nacen de la inspiración?
Diría que de la inspiración; eso que llaman musa que tampoco sé que es.

Las musas ¿te visitan con frecuencia?
A veces resultan muy esquivas. Mira, en Cacería hay nueve temas, en un trabajo de casi o más de un año. Así que en ese período aparecieron únicamente en nueve ocasiones.

¿Cómo va tu amigo el rock?
Va.

¿Lo asumes como un estilo de vida?
Es una buena pasta, vena pura, filin al instante, mucha energía. Tampoco sé por qué es bueno, pero es bueno. Por otro lado, hay días que me desinfla, y llevo varios años tocándolo. Para mí, el rock no implica, como dices, una forma de vida, sino una actitud.

¿Por qué estás contemplando el mar?
Me bañé para quitarme la resaca salada y estoy muy calmo, ¡qué extraño! ¿verdad? y ahora hablo contigo. Me gusta el mar y hay varias canciones que lo reflejan o que brotaron junto a él. Ciudad de pobres corazones nació en muchos lugares cerca del mar, como en Tahití. Fue en un año muy agitado porque produje los discos de Liliana Herrero y Fabiana Cantilo, mi compañera, una chica muy explosiva.

El tango, ¿qué lugar tiene en tu vida?
Toda mi música es tango; es más bien la manera de decir las cosas.

¿Hasta dónde ofrece Fito Páez su corazón?
Nunca se sabe. Sería muy demagógico que yo te dijera «te ofrezco todo mi corazón». Nunca nadie lo va a tener todo; como nunca nadie va a llegar al fondo de tus ojos, solamente vos.

El joven compositor participó en Los chicos de la guerra y en Sur, filme premiado en Cannes. Le interesa mucho el cine y ha escrito varios guiones e incluso tiene invitaciones para actuar en películas.

No hay punto final para esta entrevista que algún día continuaremos. Junto al azul marino de Varadero dejamos a Fito Páez, ese hombre humanamente triste que juega a divertirse, ese cazador de estrellas en el lecho de la noche.