septiembre 11, 2007

Fito Páez y un momento de plenitud ''que se ve'' (El Día, 09/09/2007)


llegará al cine la película que lo tuvo como director "¿De quién es el portaligas?"




Fito Páez de tiempo completo y en tiempo presente. Acaba de publicar el álbum a piano y voz "Rodolfo", está por estrenar su segundo largometraje "¿De quién es el portaligas?" y asume que "la felicidad se puede parecer bastante a esto, es un momento de plenitud que se ve".

"Los chicos están comiendo acá en la cocina, vengo de ver la película y estamos a punto de generar la gira con el disco", resume Fito mientras se revuelve en uno de los sillones de la amplia sala de su hogar en el barrio porteño de La Recoleta.

El artista rosarino recoge el guante de su actualidad y apunta con la certeza que dio en el blanco que "me siento orgulloso de lo que hago, es lindo y no tan habitual sentirse en el dominio de lo que se hace y puede que eso se transmita".

Con la naturalidad de quien plasma lo que quiere decir, Páez reflexiona que "como hacer estas cosas está bueno, hay que poner mucha fuerza para esquivarla, demasiadas paredes para no disfrutar con eso".

"Lo único que hace falta es tiempo -se explaya- el tiempo es la materia y lo que hagas ahí adentro va a contar qué tipo de persona sos y no me preocupa fallar porque después, cuando acertás, te das cuenta".

Capaz de sobrevolar su historia, disfrutar de los hallazgos y hasta solazarse con algún desliz, analiza que "soy el hijo de mi papá y de mi mamá y el padre de mis dos hijos. Después lo que hago para ganarme el pan importa poco".

Lejos de cualquier fórmula tranquilizadora, reconoce que "hay pocos músicos que filmen y no sé cómo se llama esto que hago, pero hay una frase de Vandera (también músico y rosarino) aplicable para mí: 'soy un artista renacentista que hago todo. Pero todo mal'".

Con las evidencias estéticas entre manos, concede que las dos obras que asoman en la superficie "nombran partes de mi alma ahora y son una buena paleta de lo que soy".

"Tengo un humor muy canalla pero por otro lado también me hace llorar Juan L. Ortiz. Es lo que me tocó ser, así que relájate y goza", anuncia haciendo equilibrio entre la risa y la melancolía.

Avistando pantallas y teclados, confiesa que "me gustaría poder viajar con la película y tocar. Hacer Bogotá, Cali, Medellín, Santiago, Montevideo, Nueva York, Río o Madrid, pasar la peli y tocar sería ideal".

EL DISCO Y EL FILME

Aunque el creador reconoce que el filme es "explosivo, estridente y en colores" y el álbum, en cambio, es "blanco y negro" lo que redunda en "una misma moral con diferentes estéticas", prefiere poner el acento en "las cosas que tienen en común".

"Están la idea del paso del tiempo y qué es lo que realmente importa acá: Nuestra neura o lo que tenemos en común y definitivamente se elige lo que tenemos en común porque si no es más de lo mismo y uno se queda solo", sintetiza.

"En cambio -postula- si vemos lo que tenemos en común, podemos compartir y sobreponernos a nuestro conflicto con un aspecto conciliador que está en mi naturaleza como lo demuestra la frase 'unir las puntas de un mismo lazo' (del bello 'Yo vengo a ofrecer a mi corazón', grabado en 'Giros', de 1985)".

Para cerrar esa idea de comunión entre ambas obras, asevera que "cualquier canción de amor o desamor de 'Rodolfo' podría ser la canción favorita de los protagonistas de '¿De quién es el portaligas?' a los 40 años".

"RODOLFO"

Desde el piano y la voz Fito Páez decidió darle nombre propio a su flamante placa "Rodolfo" que, arriesga, "tiene un cierto peso que puede ser el peso del paso del tiempo".

"Todo lo que a una persona lo puede aburrir, acá está asentado", desafía el artista.

Páez anuncia que el reciente álbum "fue una sorpresa total pero después de terminado el disco descubrí que había llegado ahí porque había un proceso bastante potente atrás". En el relato de ese tránsito, indica que "hay unas grabaciones que empecé en 2003 con material de otros autores (Dylan, Buarque, Caetano, García, Nebbia, Spinetta, Brel)".

"Entonces -repasa- estaba buscando, jugando, conociendo el instrumento desde otro lugar, desde donde lo abordan otros compositores, aprendiendo a cantar con el piano con más precisión en la interpretación de las dos cosas".

Al seguir desentrañando esas situaciones, evoca que "los amigos me decían que había que hacer el disco con el piano solo pero no me sentía a la altura, pensaba en Joao Gilberto y algunas cosas de la historia te pesan".

"Escuché los discos de Bill Evans, de Caetano solo, de Yupanqui, del 'Cuchi', a ver si me tocaba algo de todo eso y se dio un proceso muy silencioso y las canciones empezaron a caer una atrás de la otra", redondea.

El autor de las flamantes "Si es amor", "Vas conmigo", "El cuarto de al lado", "Cae la noche en Okinawa", "Siempre te voy a amar", "El verdadero amar", "Waltz for Marguie" y "Zamba del cielo", avisa que "soy un hombre bastante prolífico al que en general no le gusta nada de lo que hace. Pero lo hago".

"Y con estas canciones -compara- me pasó que me gustaba lo que estaba saliendo y hay que darse cuenta de eso y fui atrás de esa idea".

Al borde de la satisfacción por el placer grabado, cuenta que "no hay gira planeada, únicamente los shows del 5 y 6 de octubre en el Opera para los que en un momento pensé en poner unas pantallitas, pero como el mundo está invadido por pantallas lo extraño va a ser ver únicamente a un tipo tocando el piano".

Por último, el hacedor de "Ciudad de pobres corazones", "Ey!", "El amor después del amor", "Naturaleza sangre", "Abre" y "Moda y pueblo", entre otros, entrega una fórmula de trabajo: "No hay que ser respetuoso con nada pero sí hay que seguir el instinto y hacerle caso a esa cosa tan cursi que es la voz del corazón".

Para el futuro inmediato, el rosarino aspira a "hacer un disco con un productor que me guste mucho y que me permita descansar para dedicarme a interpretar. Alguien en el mundo que me pueda llevar, que me sorprenda".


El músico que se animó a dirigir

Anunciado a nivel nacional, el estreno de "¿De quién es el portaligas?" se producirá el próximo 20 de septiembre. Se trata de la comedia que dirigió Fito Paéz y que contó con las actuaciones de Romina Ricci, Julieta Cardinali y Leonora Balcarce.

"La idea es estrenar acá y que vaya bien sin pensar en los festivales que son un mundo aparte. Ahora quiero empezar por el mundo real, por la gente yendo al cine", dice Fito Páez.

El filme en que también toman parte Gonzalo Aloras, Cristina Banegas, Lito Cruz, Verónica Llinás, Darío Grandinetti, Duilio Marzio, Fena della Maggiora y Roberto Fontanarrosa, sucede a "Vidas privadas" (2001) y al mediometraje "La balada de Donna Helena" (1995).

En la película se aprecia una gran labor actoral que es vital para la historia ¿Cómo se logra ese trabajo?

"Conté con un elenco de actores excepcionales dispuestos a una historia que no estaba escrita en ningún lado y que hubo que inventar. Las chicas (Ricci, Cardinali y Balcarce) hicieron una gran labor y siempre estuvieron comprometidas con mucha alegría y mucho profesionalismo, algo que me ayudó a dirigir".

"Lito, Darío y Cristina son actores tan virtuosos que llegan y sabés que te van a tocar el piano como nadie, se aprenden la letra exacta y te levantan todo".

Desde el trazo grueso, la película remite al universo de Pedro Almodóvar...

"Almodóvar es un referente importante para mí y la época de la película te lleva para ahí, pero no creo que sea una historia muy almodovariana sino que la veo más ligada a Copi. Siento que Pedro se ha vuelto más parecido en el relato a Manuel Puig, no da puntada sin hilo y Copi, en cambio, es más desarticulado y yo me siento más identificado con esa forma".

¿Cómo te relacionás con el mundillo del cine argentino?

"En la música me siento más estable porque conozco mucho más la materia, pero el cine argentino me interesa y me gusta y diría que para esta película Manuel Romero ("El hincha", "Mujeres que bailan", "Yo quiero ser bataclana" y "Luna de miel en Río", entre 50 títulos) con sus películas de ritmo diabólico me inspiró más que ningún otro".

"Después soy fan de Adolfo (Aristarain), incluso de 'La discoteca del amor' y 'La playa del amor' son también parte de su obra, de su alto cine y de Lucrecia Martel que me recuerda mucho a Silvina Ocampo porque ambas tienen humor, son amables y malísimas ya que son mentes brillantes".

La película sorprende por cómo se diferencia de "Vidas privadas"...

"Vengo de un primer filme muy duro que no permitía el humor y muchos habrán pensado que estaba haciendo dramas de (Lucchino) Visconti o tragedias de (Pier Paolo) Passolini y sí, de alguna manera esos eran los referentes para una obra necesaria. Pero yo no soy así todo el tiempo, tengo mucho más humor que el que hay en 'Vidas privadas' en donde encerré todo el horror".

¿De cuándo data tu decisión de hacer cine?

"Una vez que pegás una escena con la otra es bárbaro y siempre estoy aprendiendo porque soy un hombre intuitivo que no viene de un molde y eso hace que lo haga con cierta libertad y por eso también que me critiquen".