Fito Páez, explosión atómica en el Palau NOTA : Diario El Periódico.com (España)
JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA
Fito Páez en solitario, a voz y piano, no diluye su poder expresivo, ni pierde propiedades en el camino, ni oculta una parte de su personaje: es un Fito Páez en bruto; todo corazón y genio. Cualquier expectativa dudosa quedó, el miércoles en el Palau, pulverizada por un recital atómico. Canciones arrebatadas con las que el cantante y compositor de Rosario se llevó por delante a un público conocedor de su obra, entre el cual dominaba la colonia argentina (banderas y camisetas de la selección de fútbol incluidas).
Páez se plantó en el escenario, brazos en alto, disfrutando de una ovación de bienvenida. Un egocentrismo desbocado que tiene su punto cómico, y que quedó, en fin, disculpado tras ver y oír todo lo que vino después. Se sentó al piano, atacó el instrumental Waltz for Marguie y se entregó a su especialidad: el sentimiento abierto en canal, en un formato más catártico que sobreactuado. Pocos dominan ese registro que aúna sensibilidad extrema y actitud rock'n'roll. Una tradición que, como señaló, le conecta con los tótems argentinos Charly García, Luis Alberto Spinetta y, sobre todo, Litto Nebbia. "Mis hermanos mayores", apuntó.
GRANDES ÉXITOS
Páez picoteó el reciente Rodolfo, con canciones como El cuarto de al lado, cántico de madurez inspirado en sus dos hijos. Pero, dado que el disco sigue inédito en España, optó por un repertorio panorámico que tendió al grandes éxitos. En El amor después del amor tuvo el apoyo vocal de un Palau con las defensas por los suelos; las interioristas Creo, Giros fluyeron como material candente, y Ambar violeta y La rueda mágica trenzaron gestos autobiográficos y estrofas de alto voltaje.
La guitarra de Coki Debernardi, del grupo Coki & The Killer Burritos, de Rosario, le secundó, sin alterar el rumbo, en Circo beat, Ciudad de pobres corazones y A rodar mi vida. La platea, atenta a cada sílaba; los pisos superiores, a punto para el abordaje. Páez echó el resto cantando a cappella Yo vengo a ofrecer mi corazón, evocando a Sabina (Contigo), y remachando el triunfo épico con Dar es dar y Mariposa tecknicolor. Festival.
BARCELONA
Fito Páez en solitario, a voz y piano, no diluye su poder expresivo, ni pierde propiedades en el camino, ni oculta una parte de su personaje: es un Fito Páez en bruto; todo corazón y genio. Cualquier expectativa dudosa quedó, el miércoles en el Palau, pulverizada por un recital atómico. Canciones arrebatadas con las que el cantante y compositor de Rosario se llevó por delante a un público conocedor de su obra, entre el cual dominaba la colonia argentina (banderas y camisetas de la selección de fútbol incluidas).
Páez se plantó en el escenario, brazos en alto, disfrutando de una ovación de bienvenida. Un egocentrismo desbocado que tiene su punto cómico, y que quedó, en fin, disculpado tras ver y oír todo lo que vino después. Se sentó al piano, atacó el instrumental Waltz for Marguie y se entregó a su especialidad: el sentimiento abierto en canal, en un formato más catártico que sobreactuado. Pocos dominan ese registro que aúna sensibilidad extrema y actitud rock'n'roll. Una tradición que, como señaló, le conecta con los tótems argentinos Charly García, Luis Alberto Spinetta y, sobre todo, Litto Nebbia. "Mis hermanos mayores", apuntó.
GRANDES ÉXITOS
Páez picoteó el reciente Rodolfo, con canciones como El cuarto de al lado, cántico de madurez inspirado en sus dos hijos. Pero, dado que el disco sigue inédito en España, optó por un repertorio panorámico que tendió al grandes éxitos. En El amor después del amor tuvo el apoyo vocal de un Palau con las defensas por los suelos; las interioristas Creo, Giros fluyeron como material candente, y Ambar violeta y La rueda mágica trenzaron gestos autobiográficos y estrofas de alto voltaje.
La guitarra de Coki Debernardi, del grupo Coki & The Killer Burritos, de Rosario, le secundó, sin alterar el rumbo, en Circo beat, Ciudad de pobres corazones y A rodar mi vida. La platea, atenta a cada sílaba; los pisos superiores, a punto para el abordaje. Páez echó el resto cantando a cappella Yo vengo a ofrecer mi corazón, evocando a Sabina (Contigo), y remachando el triunfo épico con Dar es dar y Mariposa tecknicolor. Festival.
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