junio 19, 2008

Fito, a capella ofreció su corazón














Anoche fue una de esas noches que no se olvidan. Esas donde la poesía venció a la tecnología. Donde el arte estuvo presente en toda tu pequeñez y grandiosidad. Gracias al rosarino Fito Paéz, que a través de "Rodolfo", su alter ego, su yo mismo, nos emocionó como sólo lo hacen los genios. Los creadores que sienten con profundidad lo sencillo, lo cotidiano, lo sensible. Y se dio con el bis, o mejor, los bises, en especial con la versión a capella de "Yo vengo a ofrecer mi corazón".
Fito conversó con el público todo el tiempo.
El show en el Gran Teatro del Banco Central del Paraguay prácticamente llenó la sala para más de 1.200 personas, en una noche donde en el Club Olimpia también había un multitudiniario espectáculo, con el mexicano Alejandro Fernández. Pero no hay que mezclar las cosas. Aunque ambos sean maestros del escenario, Fito vino minimalista, con un piano de cola prestado del Centro Paraguayo-Japonés, un guitarrista invitado, Coki di Bernardis, más un equipo conformado por el sonidista local Federico Sosa, el iluminador compatriota Ñeco Rabito, el mendocino Mauricio Piantino encargado de la programación de video, el jefe de escena Alejandro Aralis, entre otros.
"Rodolfo" comenzó pasadas las 21:20 de una noche de luna llena del martes 17 de junio, con "Waltz for Marguie", un solo al piano lleno de sabores nostálgicos, para luego entrar en ritmo con "11 y 6", "Eso que llevas ahí", "Sofi fue una nena de papá", con un auditorio que coreaba las canciones y tomó enseguida la confianza de una amistad compartida, pues en el mismo saludo inicial de Fito ya se notaba su falta de protocolo al anunciar lo que era visible, que la cortina del BCP se había descompuesto.
El público, en especial el femenino, se acercó a su ídolo.
La rutina continuó pues con una puesta en escena que parecía sencilla, pero que reunía la complejidad de la madurez de un artista que dice creer en el futuro, que no se debe quedar con las canciones que son éxito, sino también arriesgar por lo nuevo. Habló de un tema que compuso en El Caribe y le invitó al guitarrista Di Bernardis para que le acompañe en un tema "El fantasma caníbal" que escribió en un momento muy especial de su vida. Las explicaciones del argumento, tan geniales como extrañas.
El vaso de agua, los gestos ocultos en la penumbra, la pantalla especial traída desde la Argentina con un cañón proyector de videos de 12.000 lumen de potencia, brindaban al recital un clima distinto. El objetivo de los organizadores, la B'Nai B'rith en Paraguay, se cumplía a carta cabal, pues un show como éste, con tanta vibración positiva, ponía el marco propicio para una gala anual que sirve para apoyar proyectos sociales de gran impacto en nuestra sociedad.



Las sucesivas canciones con los matices del piano y la voz.
"Detrás del Muro de los Lamentos" parecía a propósito para la situación y luego siguió el clásico "Un vestido y un amor", donde gran parte de la platea alta ya había descendido a la baja para sumarse a las cientos de cámaras de celulares y grabar esos momentos. "Circo beat" con Coki al igual que "Polaroid" y "Ciudad de pobres corazones" hacía presagiar el fin de la alegría, para concluir con "A rodar la vida". El chau, las luces de sala que se encienden y la gente con el cántico "Fito no se va. Fito no se va" por largos minutos.

Por supuesto que el artista no podía dejar de complacer a tanta expresión de lealtad y pide, una vez sentado frente al piano, una complicidad con el auditorio: si hacían silencio, cantaría a capella. Se acepta el desafío, con luz tenue, casi a oscuras, empieza a entonar "Yo vengo a ofrecer mi corazón". Los flashes de los celulares y las cámaras, impiden que la magia se concrete. Fito sube al escenario, toma el micrófono y se larga una buena en contra de vivir la vida a través de la tecnología. La gente entiende, baja los aparatitos y retorna ese momento indescriptible, único, irrepetible. La canción es entonada en toda su magnífica extensión, sin más que las cuerdas vocales de Rodolfo/Fito.
Luego sigue "Brillante sobre el mic", "Dar es dar" y la que la gente había coreado para que el artista volviera a los bises, "Mariposa technicolor". Fue todo eso y mucho más.
Texto y fotos: José Luis De Tone.P.D: Gracias Gustavo Riveros y Angel Aguilera, por las gentilezas