julio 25, 2008

NOTA: www.todoelrocknacional.blogspot.com


Después de un recital como el del sábado por la noche, es difícil creer que, más allá de los gustos, el muchacho rosarino siga siendo discutido por algunos cuantos.
Fito Páez no necesita validaciones a esta altura de su carrera. Es una figura consular del rock argentino, un creador tan amplio que ha podido ir de un lado a otro incluso de los géneros, sorprendiendo con baladas de amor, piezas folklóricas, blues y rocanrol verdadero. Y también un creador de climas, como el que obtuvo en una noche increíble como la del sábado en el Radio City.
Ataviado con un traje y camisa negros, y corbata gris, Fito se presentó con "Waltz for Marguie", una pieza instrumental que coloca a Fito en un sitio de indiscutible buen gusto y que sirvió como muestra de la expresión mínima del show que se avecinaba frente a un millar de personas que aceptaron ese juego y apenas si se movieron de sus butacas, a no ser para celebrar con aplausos y alguna otra sonoridad la ejecución de las siguientes piezas. Así pasaron "Si es amor" y "Vas conmigo" de "Rodolfo", el disco a presentar en la fría noche. Precisamente, Fito se propuso en su último trabajo ser Rodolfo aquel que tocaba el piano solo en su casa, y por ello así lo llamó. Consiguió un disco que como todas las buenas obras serán valoradas cuando sean entendidas; esto es, en algún tiempo.
Con la clara idea de compartir algo más que sus últimas creaciones, Fito lanzó un suspiro y casi con resignación dijo... "Chicas, Chicas..." para darle paso a una desenchufadísima versión de "Dos Días en la Vida". "Hasta a mí me parece pesado tocar solo los temas del nuevo disco así que vamos a estar repasando de todo", alertó Fito. Y así fue, porque en medio de la nueva obra, el gran músico rosagasarino se metió en las bateas y casi como el vendedor de vestidos que seguro de su inventario le dice a la mujer fascinada "éste seguro que le va a encantar", Fito sacó sus canciones.
"De el amor después del amor" pasaron "Un vestido y un amor", "Tumbas de la gloria", "La rueda mágica", "A rodar la vida" y "El muro de los lamentos", una que para Fito "pasó desapercibida", aunque al regodearse con el coro de todo el público luego descreyó de su propia sentencia. "Bueno, veo que tan desapercibida no pasó..."
Desde más atrás en el tiempo sacó "11 y 6" y al hacer "Polaroid...", reinvidicó a Bukowski. "Algunos dicen que Bukowski es un escritor menor y que Henry Miller es mejor porque describe mejor el polvo... Por favor, eso no está bien", definió como si la historia del creador de Chinasky fuese su historia.
Luego invitó a tocar al cañadense Coqui Bernardi, autor de la música de una extraña letra de Fito llamada "El Fantasma Aníbal y la niña vejada de Ciudad del Cabo".
Jugó con "Naturaleza Sangre" y "Y eso que llevas en tu corazón" y volvió a su nuevo disco con la increíble "El cuarto de al lado", la desgarradora "Sofi es la nena de Papá" y con esa película que él quiso meter dentro de una canción ("esto es una cosa delirante, que no se puede hacer", dijo) llamada "El verdadero amar", para luego darse el lujo de cantar "Al lado del camino" y decir... "parece estar escrita en estos tiempos, ¿no?"
El final de la primera parte -porque todo show tiene su reclamo de más y más- fue con el regreso a la historia (en su única excursión hacia la guitarra) y asestar el momento más tenso con "Ciudad de pobres corazones". Finalmente cerró con la clásica "A rodar la vida".

Un bis inolvidable

Tal vez, los rigurosos de la historia artística de la ciudad echen fuego por todos sus orificios al leer lo siguiente, pero... el bis de Fito fue quizás uno de los mejores pasajes que la música popular, y el rock en particular, hayan vivido alguna vez en Mar del Plata. Cambiando su formal corbata por una polera roja, el flacucho rosarino apareció sobre el escenario y después de agradecer al público por la comunión intimista de todo el show se encargó de crear una atmósfera indecible. "Qué bien que suena este lugar... ¿les parece una a capella?", preguntó sin pedir permiso, sino advirtiendo. A Fito se le ha cuestionado a lo largo de su carrera su capacidad vocal, por ese timbre metalizado y esa, en ocasiones, desmedida echada de mano a vibratos y falsetes. Sin embargo, logró el silencio en la sala y tras marcarse el tono con tres notas en el piano se paró frente al soberano y cantó una versión precisa y bella de "¿Quién dijo que todo está perdido?". Para el álbum.
Con la gente anestesiada, volvió al piano y al meter el primer La mayor anunció "Cable a Tierra" que Fito intentó cantar pero que no pudo resistir a interpretar el deseo de la gente de la mejor manera. Como en un contrapunto ensayado, permitió que el coro de casi 1.000 personas cantara hasta los arreglos de aquella versión de hace más de dos décadas. "Qué bien que están esas voces", dijo con verdadero agradecimiento.
De inmediato, sin darle tiempo a que la ovación rompiera el clima, Fito se fue hacia otra de sus obras sublimes, "Cadáver Exquisito" y si bien eludió el pasaje instrumental, el objetivo de sacralizarse ante su gente ya estaba logrado. Ya en el final, con Coqui Bernardi siguiéndolo con el coro decidió ponerle el broche de oro a una noche demoledora con "Dar es Dar". La demolición no llegó por potencia, sino por la capacidad de un sobrio Fito para ser simplemente Rodolfo, el chico que deslumbra con el piano y que dice cada cosa...