diciembre 02, 2008

Premios Clarín Anoche.


Mucho más que una voz
A los 73 años, La Negra fue reconocida por su brillante carrera y su compromiso. Llegó con su hijo y la presentó su amigo, Fito Páez. Recibió una gran ovación de todos.
Mientras un video de unos minutos hacía milagros para repasar su extensa carrera, sus inicios, los momentos buenos y hasta aquellos dolorosos años de olvido y exilio, los invitados en la fiesta del Luna Park se iban parando, de a uno, para ovacionarla. Vestida de negro y con un chal naranja, Mercedes Sosa recibió el premio a la trayectoria de manos de Fito Páez, nada menos que uno de sus queridos amigos, y con quien venía compartiendo la noche. Tranquila y con ese tono de voz inconfundible, La Negra fue emotiva, pero breve: "Acabo de llegar de Brasil, y acá estoy con ustedes. ¡Que pasen una linda fiesta!", sostuvo.

Haydée Mercedes Sosa, tal su nombre completo, nació en San Miguel de Tucumán el 9 de julio de 1935, en un hogar humilde. A los 15 años ganó un concurso radial organizado en su provincia, con el seudónimo de Gladys Osorio. Una década después, era una de las figuras del movimiento del Nuevo Cancionero, junto a Armando Tejada Gómez, Manuel Oscar Matus —entonces su marido— y Tito Francia. En aquella época salió su primer disco, Canciones con fundamento. En 1965 tuvo un gran reconocimiento en el Festival de Cosquín, cuando Jorge Cafrune la invitó a acompañarlo. Ese mismo año participó de la grabación de Romance de la muerte de Juan Lavalle, de Ernesto Sábato y Eduardo Falú, cantando Palomita del valle.

Al año se conocería Yo no canto por cantar, con canciones como Los inundados y Tonada de Manuel Rodríguez. Para esa época, ya era conocida en el mundo: había hecho una gira por Estados Unidos, Portugal, Italia, Polonia y la URSS. En una de ellas conoció a Ariel Ramirez, el compositor de Misa Criolla, quien le propuso que fuera la voz de su obra Mujeres Argentinas.

Simpatizante de Perón en su juventud, apoyó las causas de izquierda a lo largo de su vida. Tras el golpe de estado del 24 de marzo de 1976, permaneció en el país a pesar de la represión y del hecho de que ya fuera prohibida. Al final se exilió en París y Madrid, y recién en 1982 pudo volver a cantar ante el público argentino. En esa ocasión realizó una serie de conciertos históricos a sala repleta en el Teatro Opera de Buenos Aires, que se convirtieron en un acto cultural contra la dictadura, a la vez de un hecho renovador de la música popular, al incluir temas y músicos provenientes de diferentes corrientes, como el folclore, el tango y el rock nacional.

La lista de discos de Mercedes Sosa supera los 50. Algunos antológicos como Para cantarle a mi gente, Mujeres argentinas y Traigo un pueblo en mi voz. Temas como Sólo le pido a Dios, Luna tucumana o Gracias a la vida, apenas unas muestras, sólo vienen a la mente en la voz única de La Negra Sosa, quien se dio el lujo de subirse a prestigiosos escenarios del mundo, como el Lincoln Center, el Carnegie Hall —donde recibio una ovación de 15 minutos—, el Mogador de París y el Concertegebouw de Amsterdam. Tampoco hay que olvidarse de sus colaboraciones con músicos de la talla de Atahualpa Yupanqui, Roberto Goyeneche, Teresa Parodi, Fito Páez, León Gieco y Víctor Heredia, por mencionar algunos. ¿Premios? Cientos, a nivel local e internacional.

Es que para convertirse, a través de los años, en La Negra, la gran voz del folclore argentino, precisó de una larga, brillante y comprometida carrera. Ella la tiene, y de sobra.