junio 15, 2009

Homenaje de Zapo Aguilera a Adrián Abonizio.(Ambos Integrantes de LA TROVA ROSARINA)


Homenaje a un amigo
Breve relato: En mi isla hay lugar

Pensar que ese cuento no era de humor. A mi me maravilló esa capacidad que tenias de presentar un personaje literario monstruoso cuyo aspecto y conducta me generaba ternura y simpatía. Quizás porque me veía mas deforme que el protagonista de tu cuento y por la misma razón el chofer del 218 a la una de la madrugada, algunas veces seguía de largo, ahora lo entiendo!
Por: Zapo Aguilera


Nos conocimos en aquellas tardes de ensayos de tu grupo de rock frente a la plaza, al principio miraba desde la ventana que daba a la calle, hasta que me pediste si te hacia el favor de ir a comprar cigarrillos al kiosco de la esquina de Mendoza y Caferata. Ese fue el comienzo de mi recorrido por el mundo de la música y de una gran amistad que construimos a fuerza de carácter, algunos acuerdos y grandes diferencias aparentes. Andabas tus propios caminos pero cuando nos cruzábamos era intenso. Nos fugábamos algunas tardes con el Citroen 2CV de tu viejo, aunque el coche mostraba su descontento abriendo y batiendo sus puertas ante cada giro. Eras el tipo duro, el que se imponía, el que retaceaba su lado más vulnerable, ese que yo me empecinaba en invadir y que vos guardabas bajo siete llaves pero que con el tiempo comprendí que no podía ser de otra manera, porque nacemos diferentes aunque la constitución pretenda que no es así y probablemente vos lo sabias.
La frutera de vidrio verde oscuro con la parte superior en forma de ondas, te resultaba irresistible, en particular su contenido el cual devorabas y solo conseguía detener tu gula algún caroso travieso. La guitarra Faim de color negro, modelo Les Paul se negaba a reproducir el virtuosismo de tu dedos cuando encarabas algún solo rabioso, sin embargo tus canciones no pasan inadvertidas, movilizan hasta los más escépticos oyentes, como sucedió con aquella hermosa composición de tu autoría, que hizo famoso a otro interprete, de cabello rubio y mas petitero que vos. Pero esta jugada del destino no hizo mella en tu actitud, despotricabas del éxito y de la fama, porque nunca fuiste un vendedor de humo, lo tuyo es simple, transparente, el que no lo ve es porque nació de un repollo.
El tiempo trajo olvido, críticas, distancia, pero la perspectiva hizo pie en el respeto, en el afecto y reparó puentes de juventud. Ahora me veo tratando de copiar tu estilo, tu manera incisiva de observar las cosas de la vida y transformarla en poesía.
Hiciste un vuelo rasante por la Capital, pero la patria chica tira fuerte y la semilla es mejor sembrarla en ella.
Me contaron las malas lenguas que te vieron en la cancha de Rosario Central como ayudante de campo de algún técnico primerizo y que en los entrenamientos entre masajes y pizarrones de estrategia, les contabas a los debutantes, historias de artilleros de décadas pasadas como si fueran relatos medievales, ¡Un maestro! Hasta es muy probable que les relates a esos pelandrunes, aquel cuento del “mounstro”, que a mí siempre me causó tanta gracia.


Zapo Aguilera 2009.