noviembre 23, 2009

De traje y corbata Fito Páez es el rey de Caracas



Exclusiva de Dimas J. Pettineroli, corresponsal en Venezuela.

Vino. Cantó. Y una vez más triunfó.
Hoy el Rey de Caracas tiene nombre y apellido, y además es un argentino: Fito Páez.
Por una vez en semanas, un artista, y para mejor compatriota, desplaza a Hugo Chávez de la alta cobertura informativa venezolana.
Un respiro dentro de una faena cargada de tensiones por la esencia misma de las noticias del día a día, matizada con un estado de preguerra con Colombia y una disputa incandescente entre Gobierno, medios y oposición nacional e internacional.
¡Gracias Fito, por esta tregua!

En el Sambil
Sambil es, en Venezuela, símbolo de calidad. Es una cadena de mega centros comerciales propiedad de una sola familia: los Cohen.
El grupo está en conflicto con el Gobierno, que rechaza esta modalidad comercial y amenaza con cortarles la luz si ponen generadores propios en la brevedad…
Sambil ha creado Centros de Convenciones que permiten a los artistas internacionales tener una sala opcional al teatro Teresa Carreño, ahora muy demandado por las ceremonias de carácter oficial.
“Hola, Caracas querida", fue lo primero que pronunció Fito Páez cuando se montó por primera vez sobre la tarima del Anfiteatro del Sambil.
“Vino delgadísimo. Con el cabello desgreñado y esos personales lentes de pasta que nunca olvida. Usó zapatos enormes y se presentó de traje y corbata. Iba de negro con camisa rosa y corbata tornasol. Solamente una cosa se notaba distinta: Fito cada vez tiene más canas”. Talla descripción de Daniel Uzcátegui en El Universal (un símil de La Nación de Buenos Aires).
A casa llena
La noche caraqueña estaba tibia, la sala repleta (a “casa llena” se dice por acá). El gentío, que pagó muchos dólares para verlo y escucharlo, lo recibió espléndidamente, fue la ovación que el argentino le robó a Caracas y lo coronó.
Su presentación comenzó a las 9.15 PM, después de que, tímidamente, la venezolana Mariana Vega entibiara el escenario.
La fanaticada lo esperaba ansiosa: "¡Oe...oeoeoe... Fito... Fitooo!".
El show arrancó con el tema “Lejos de Berlín”. Pero, en cuestión de segundos, el escenario se tornó explosivo, cuando Fito y la banda Los Killers Burritos, que lo acompaña, dirigieron petardo recargado de dinamita directo al corazón del público para cantar “Taquicardia”, de su álbum Giros.
El che Fito
Fito Páez, a diferencia de los artistas que visitan Caracas semanalmente, presentó un escenario de una sencillez franciscana.
Apenas unas pocas luces y dos pantallas a los costados que retransmitían en blanco y negro cuanto sucedía sobre la tarima.
Tanto el cantante como el publico, ambos muy exigentes, se quejaron porque el sonido estaba dando problemas. Cosa que, afortunadamente, él solventó de inmediato.
"¡Bravo, Fito!" "¡Grande, che!", le gritaba su público. Y él, que no perdía detalle y recorría de un extremo al otro la tarima, les dedicó “Enloquecer”, de su álbum El mundo cabe en una canción. Después dejó el teclado y se puso de pie para interpretar “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, un tema que popularizó junto a la inolvidable Mercedes Sosa.
Habla Fito y canta 20 temas
"Hablo de países y de esperanza, hablo por la vida, hablo por la nada, hablo de cambiar ésta, nuestra casa, cambiarla por cambiar, nomás", dijo, y el aforo lo ovacionó de pie.
En su lista siguieron otros éxitos: “Tráfico por Katmandú”, “Naturaleza sangre” y “Ámbar Violeta”, cada uno era coreado a viva voz por el público.
Fito cantó más de 20 temas y, a la mitad de la presentación, Los Killers Burritos lo dejaron solo para que se hiciera del teclado y su piano y, a modo de popurrí, cantara: “Si es así”, “Un vestido y un amor”, “Dos en la vida” y “Desarma y sangra”, compuesto en 1978 por Charly García. "Ese es un tema precioso que hizo Charly", apuntó nuestro compatriota.
Circo Beat
Obviamente, a medida que se acercaba la ahora del adiós aumentaban los gritos y aplausos. Pero el delirio colectivo llegó a su clímax cuando Páez interpretó “Circo Beat”.
No hubo un alma que no se levantara del asiento a cantar y bailar. "...Y los monos están devastando este lugar...", dice ese tema, y él agregó: "... que igual aquí que allá".
Fito Páez hipnotizó al público venezolano (había presencias registradas de 19 provincias y turistas de 13 países), con su mezcla de rock duro e íntimo.
Los Killer Burritos tuvieron su espacio
Después de los primeros 45 minutos de espectáculo, el cantautor dejó un hueco para que “Los Killer Burritos” ofrecieran a los caraqueños parte de su repertorio. Un par de canciones para que descansase la estrella. Tras las dos canciones de asueto, Fito tomó de nuevo los pianos para cambiar la dirección del concierto hacia un tono más intimista. Clásicos como “Un vestido y una flor” o “Thelma y Louise” sacaron lo más sentido de un público entregado.
Ya dirigiendo a la gente, mandando a los técnicos de iluminación bajar las luces para tener mayor conexión con las gradas, Fito finalizó el repertorio acordado, con más de una docena de canciones.
Pero Caracas quería más, y el rosarino se descolgó con varios bises entre los que se escucharon “Dar es dar” y “Mariposa tecknicolor”, para dejar en la capital venezolana un concierto que los asistentes tardarán en olvidar.
Un argentino fue el Rey de Caracas por una noche. Se llama Fito Páez. ¡Grande hermano rosarino!