abril 20, 2010

LOS DECADENTES Y FITO PAEZ.


Cucho Parisi: “Hasta podríamos hacer un tema de heavy metal”

En esta nota, el carismático cantante encara la salida del nuevo álbum de la banda, "Irrompibles", mirando hacia adelante y pensando para atrás.
martes, 20 de abril de 2010

Hay tres conceptos que vienen arraigados a la hora de hablar de Los Auténticos Decadentes. A saber: 1) hits; 2) popularidad; 3) fiesta. El cantante Cucho Parisi se despacha sobre las tres nociones, como un Jack Black de Ramos Mejía, dando lecciones en Escuela de Rock:

1) “No tenemos la fórmula del hit, pero sí los ingredientes: apretamos un botón y puede salir cualquier cosa. Somos como El laboratorio de Dexter. Lo que pase después, no podemos manejarlo. Si hacés una con la intención de pegarla, te sale como el orto”.

2) “Ser una banda popular es más difícil que ser una under. Cuando recién empezás, tenés cero responsabilidad, ensayás cuando querés y tocás una vez por mes. Nosotros tenemos una estructura que sostener, es jodido mantenerse arriba”.

3) “Nuestros shows son una celebración: tocamos todos los goles. La gente nos agradece la alegría. Estar en la banda es como seguir en quinto año, en un viaje de egresados constante”.

Gustavo Cucho Parisi (geminiano, bipolar, pendeviejo) tiene 42 años. Como los Deca debutaron hace 24, estamos en condiciones de afirmar que hace más tiempo que pachanguea arriba de un escenario que abajo. “La gente me toma como el líder, pero sólo soy el más caradura de esta barra de amigos que ya éramos antes de tocar”, confiesa: “Acá no hay guerra de egos. Es una democracia, cada uno tiene su espacio”.

Habla de Fito Páez, que los nombra en su último corte (“Tiempo al tiempo”): “Lo escuché de casualidad y me sorprendió. Lo respetamos a Fito, tenemos la mejor onda. El video tendría que ser nosotros empujando un micro (risas)”. Por estos días, está estrenando “Irrompibles”, sucesor del disco “Club Atlético Decadente” (2006).

“Un día, llevando a mis chicos al colegio, vi una pared con una pintada que decía: 'Los Irrompibles'. Después caí que era por la UCR, pero ya era tarde (risas). Para nosotros tiene un significado connotativo, como una fuerza que nos mantiene juntos en una época de tantas separaciones de bandas”.

La idea se representó en la tapa con un puño en alto (“medio trotskista, ¿no?”). Hay mucho de western en la estética del álbum: el título homónimo al film argentino ambientado en 1870 y la introducción de Bonanza mechada en el corte cocosillesco
Los machos.

- ¿“Los machos” sería una continuación de “Los piratas”?

- ¡Claro! Pero acá no nos vamos al sauna, acá termina en un asado. Habla de no ser pollerudo, de tener tu propio espacio. Habla de los dominados que perdieron la libertad porque la bruja no los deja salir con los amigos. Por eso proponemos “los jueves: los machos”, como era la serie de Ranni y Garzón. Una vez probamos con la banda, ¡y fue un fracaso! Fuimos a una cantina pedorra y después a una bailanta. Un desastre.

- ¿Por qué están tan autorreferenciales en las letras?

- Nos pintó el viejazo. Más que nada se dio en estos últimos dos discos. Es una necesidad: cada vez nos cuesta más contar historias que no pasen por nuestro filtro. Nuestras vivencias ya son una historia en sí.

- ¿No se metieron con el reggaetón todavía?

- Está bueno para apoyar minas, nada más, como baile sensual. Al principio me caía simpático, pero ahora me rompe las pelotas. Especialmente las letras, me molesta el estilo franela, llorón. Pero entiendo que se gestó un ritmo importantísimo de Latinoamérica para el mundo.

- ¿Qué pensás de los que subestiman la música de los Deca por considerarla pachanguera?

- Necesitamos contrincantes para que nos den fuerza. Ya lo decían los PIL: "La cólera es energía". Sinceramente, si no estuviera en la banda, no sé si escucharía a los Decadentes. Hacemos música deforme, un cocoliche deluxe de palabras. Tocar cumbia era algo punk antes: ahora está bien visto.

- ¿En qué momento creés que pasaron a ser respetados?

- Desde el '98, después del boom de “Los piratas”. Al principio nos criticaban y ahora somos una banda mimada. Estamos sentados en el trono con el bastón de oro. Hoy no le tengo miedo al abismo, como canta Vicentico. Cuando no estemos, nuestras canciones van a seguir sonando.

- ¿Les crea algún tipo de conflicto tocar en fiestas privadas o cumpleaños de famosos?

- No, no. Nos adaptamos a todo, nos fuimos curtiendo. Hemos tocado en eventos de mucho dinero, como el cumpleaños de Manu Ginóbili, hasta fiestas populares en el conurbano, a las 5 de la mañana, donde ni baño había. Y en México también lo hicimos: pasamos de llenar el Palacio de los Deportes a tocar en un lugar donde Cemento, en comparación, era el Madison Square Garden.

- Estando tan atados a los hits, ¿se animarían a hacer un disco experimental, un “Auténticos Calavera”?

- Sí, estamos abiertos a cualquier cosa. Ya hay un tema experimental en este último disco, como “Siempre igual”, que es industrial minimalista. Escuchás el primer tema y escuchás ése, y no tienen nada que ver. Esa mezcolanza, esa simbiosis genérica nos encanta. Está todo permitido, porque venimos siempre del lado opuesto del rock. Somos un vale todo. ¡Hasta podríamos hacer un tema de heavy metal!

- ¿En la intimidad sos tan alegre como te mostrás en vivo?

- Mi psicólogo me dijo que soy bastante bipolar y que tengo TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), por eso soy muy detallista, algo enfermizo a la vez. También tengo un lado oscuro: me copo con Syd Barrett, Joy Division, Los Pillos... El año pasado estuve tres meses mirando la película “Control”.

Tuve momentos duros en mi vida, como la pérdida de mis viejos y, cuando salimos a tocar, tuve que comerme los dientes. No podía cantar ni sonreír. Pero, más allá de la música, me ayudó la contención del grupo: existimos más allá de nosotros mismos.

- ¿Cómo te ves a los 50?

- Hechos mierda. ¡Vamos a ser “Entrevista con Los rompibles”! (risas). CC