julio 05, 2012

El amor de Fito alcanzó para todo el público!!!. NACION.COM.













El argentino entusiasmó al máximo a los fanáticos que lo acompañaron anoche. Para dejarlos contentos, les entregó sus mejores temas


Melvin Molina mmolina@nacion.com 12:00 a.m. 05/07/2012
Fito Páez volvió a comprobar lo que ya sabía: los ticos lo adoran. Eso fue sencillo de comprobar ayer, cuando cientos de voces cantaron a todo pulmón y de memoria cada uno de los temas de este queridísimo músico argentino.
Pocos fanáticos decidieron llegar temprano este miércoles, al Palacio de los Deportes, en Heredia. Juliana BarqueroPocos fanáticos decidieron llegar temprano este miércoles, al Palacio de los Deportes, en Heredia. Juliana BarqueroConcierto Fito Páez
Luego de la participación de Eduardo Quesada, el público quería tener frente a sus ojos al Flaco; sus silbidos hablaban por ellos. Luego fueron las palmas y hasta un tímido grito “¡Fito, Fito!”.
Finalmente, a las 9:08 p. m., salió al escenario y los presentes dejaron de lado las bolsas de frituras, los churros y gaseosas, para comenzar a unir sus gargantas junto al intérprete de Mariposa tecknicolor.
El guion estaba anunciado, el argentino interpretaría entero y en el orden original, los temas del álbum El amor después del amor.
Los acordes iniciales de la canción que da título al disco y a la gira entusiasmaron al público, primero desde un lugar ocultó detrás del escenario, luego apareció con sus lentes de pasta blancos, pantalón negro y un derroche de energía que estaba dispuesto a dejar en el escenario.
Su micrófono inalámbrico le dio algunos problemas al comienzo, pero él no se complicó, simplemente lo tiró al suelo, y se sentó al piano, donde tenía un segundo micrófono.
Las cámaras fotográficas de los asistentes iluminaban, como luciérnagas en mayo, los oscuros rincones del Palacio de los Deportes. Todos querían llevarse un recuerdo de este recital.
Luego llegó Dos días en la vida, una interpretación tan similar al disco que hasta los llantos iniciales se escuchaban.
El piano era un lugar confortable para Páez, desde ahí interpretó también La Verónica, una canción que deja ver ese sentimiento de sus letras que hipnotiza a quien las escucha.
En las graderías nadie quería estar sentado... ¿para qué?, no es todos los días cuando se puede estar frente a una leyenda del rock en español.
Por eso, desde sus espacios, inflaban sus pulmones y movían sus cuerpos; los aplausos eran intensos y como un gran coro de cientos de voces, lo acompañaron de memoria en Tráfico por Katmandú.
Uno de esos grandes momentos cumbres de todo recital llegó con Pétalo de sal, las voces eran tan fuertes que el Flaco prefirió dejar por momentos que fueran los ticos quienes modelaron las estrofas de este tema.
El concierto era un vaivén de emociones musicales; al respetar el orden original del disco llevó al público de temas íntimos y de mucha profundidad emocional, a intensos cantos, como Sasha, Sissí y el Círculo de Baba.
Durante sus primeros seis temas, Páez habló poco con los ticos, lo más que se le escuchó fue un: “Muy buenas noches a todo el mundo”.
Te vi, juntabas margaritas del mantel... con estas primeras líneas de Un vestido y un amor, nuevamente apareció este enorme coro de ticos que tienen guardada esta canción en su disco duro personal.
Los aplausos seguían siendo la mejor manera de saber que todos estaban entusiasmados con la presentación, simplemente era un momento que estaría marcado como evento destacado en el perfil de Facebook de cientos de ticos.
Con Tumbas de la gloria, Páez volvió al piano, ese instrumento en el que evidencia que tocar no es solo un trabajo, sino un deleite y felicidad.
“Muchas gracias. Bienvenidos a la rueda mágica. Buenas noches amigos”, dijo desde el escenario.
La rueda mágica también sirvió para que, virtualmente, mediante grabaciones proyectadas en una gran pantalla sobre el escenario, destacados músicos como Charly García cantaran con él.
Que privilegio el de los ticos que dijeron presentes, posiblemente no eran todos los que Arceyut Producciones habría querido, pero los que sí llegaron se hacían escuchar por muchos; sus voces llenaban el vacío de las sillas en preferencial y los espacios en graderías que, evidentemente, no se vendieron.
Con Fito, cada detalle de su espectáculo está bien cuidado. Desde sus músicos que con sacos celestes, camisa blanca y corbata negra, hasta el juego de luces y las proyecciones, todos contribuían a crear una noche que el público también se metió de lleno.
Creo dio espacio a los seguidores más fiebres de acompañar a Páez con sus palmas; la lista de temas continuaba, luego llegó Detrás del muro de los lamentos, ese tema con un sonido tan propio a su tierra, a su Argentina querida.
La voz de la memorable Mercedes Sosa no se escuchaba en esta ocasión; sin embargo, su corista lo acompañó a las mil maravillas.
A la hora de cierre, el artista continuaba deleitando a los ticos con sus canciones. Al menos unas 12 canciones más aguardaban.


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Eduardo Quesada materializó su sueño ayer
Con el tema Camina, el que Eduardo Quesada una vez sorprendió a los televidentes en el programa Nace una estrella II, de canal 7, el cantautor costarricense empezó una velada soñada para él, en el Palacio de los Deportes, en la provincia de Heredia.

Un público ansioso, que sin duda esperaba por el plato fuerte que estaba por ofrecer Fito Páez, no fue mezquino.
Al ser las 8 p. m., la audiencia recibió con una buena dosis de entusiasmo a Quesada, quien vestido con un jeans claro y una camisa negra, saltó al escenario acompañado de su inseparable guitarra.
Luego de su primera canción, el tico presentó Quiero perderte, y no se aguantó las ganas de recordar su destacada participación en los conciertos Rock Filarmónico y el tributo a Los Beatles, realizados en varias ocasiones por la Orquesta Filarmónica, e interpretó el éxito de los cuatro grandes de Liverpool Come Together.
La ocurrencia fue bien recibida por el Palacio de los Deportes, que incluso tarareó el clásico junto al telonero, que se ganó su lugar en el escenario tras una audición realizada el fin de semana anterior.
Más cómodo en el escenario y con algo más de confianza, Quesada cantó Lluvia de enero y Paraíso perdido, ambos de su autoría, al igual que los temas Camina y Quiero perderte.
En escena, Quesada agradeció en varias ocasiones al público porque para él era un privilegio abrir el concierto de un artista que admira. Con una gran sonrisa en sus labios, y notablemente satisfecho, Quesada protagonizó un ovacionado adiós y cedió su lugar a El Flaco más esperado de la noche.

El Flaco mágico conquistó a una pareja e impactó a su hijo autista
Iván Ortiz, de 14 años, es autista y fue marcado desde la cuna por la fiebre musical que sus padres desarrollaron por Fito Páez.
Aunque no lo sabía, recién nacido regaló a su padre un disco de Páez, y comenzaría así su idilio con el argentino. Su madre, Patricia Hernández, adquirió el compacto y en su dedicatoria le puso “de tu hijo”, pues su retoño llegó al mundo, precisamente, un día después de su cumpleaños.

Lo que Iván Ortiz padre considera como un recuerdo maravilloso, se convirtió después en un asunto de familia; por eso, no fue nada extraño ver a los tres esperando con ansias el concierto del argentino.
En la gradería este del Palacio de los Deportes, Iván hijo esboza las palabras: “Fito, Fito, yo quiero ver a Fito”, mientras sus orgullosos papás explican lo que es más que evidente... a él le encanta la música de El Flaco.
“Páez nos gusta a los tres. Para mí, sobre todo, es un genio. A nuestro hijo le descubrimos ese gusto porque en su computadora, iPod y todo lo que se pueda, pasa escuchando a Páez, así como a otros músicos como Charlie García”, explicó su padre.
“Él está entrando en la etapa de la adolescencia y es una época para desarrollar su individualidad. Hemos notado que se identifica con este tipo de música; él la busca por sí mismo”, agregó.
Para su madre, no cabe duda de que a Iván (hijo) le gusta más esa música que la que ella considera como “moderna”, y se mostró encantada de poder asistir al concierto en familia, tal como lo hicieron en el 2010, en La Sabana, durante el Festival Internacional de la Artes 2010.
“Fue su primer concierto completo y le encantó. No se olvida de ese día”, expresó Hernández.
Además, para su progenitora, las actividades masivas son una gran ayuda para el desarrollo personal de Iván.
“Estamos tratando de desarrollarle su sociabilidad, cuyo ausencia es uno de los síntomas de esta enfermedad. Qué mejor que esta ocasión”, finalizó.