abril 01, 2013

OPINIÓN: BLOG ILCORVINO. FITO PAEZ SACRIFICO

Sobre el nuevo disco de Fito Páez


Cuando Fito Páez anunció la salida de un disco "de terror", con canciones oscuras que había descartado desde el 89' a la fecha, muchos de sus fans se hicieron los rulos con la vuelta del Fito Pre Cecilia Roth y dieron por descontado que El Sacrificio era un gran disco. Cierta mirada infantil muy propia del rock supone que una canción es mejor si dice "jeringa", "cocaína" o "ratas". En el caso de Páez esta suposición comienza en El amor después del amor, el disco más vendido del rock argentino y probablemente el menos escuchado. Allí están "La balada de Donna Helena" y "Sasha, Sissí y el círculo de baba", dos temas que pueden competir en sordidez con cualquiera de Ey o Ciudad de pobres corazones. En fin: que "Acerca del niño proletario" no es necesariamente superior a "El cuarto de al lado". Y aclaro que El Sacrificio es un gran disco, pero no por su campo semántico, sino tal vez porque no fue pensado como tal, lo que le quita tono sentencioso, rigidez estética y otros males que aquejan a cualquier artista con un estilo propio muy marcado. Y tal vez eso fue lo que pasó con algunos de los últimos discos de Páez. O no, qué sé yo.    
A veces el machismo se manifiesta en la idea de algunos hombres que suponen que incluso amar a una mujer y contarlo en una canción es una afrenta hacia la masculinidad. El rock es machista. Y de allí la mala fama de las canciones de amor en la falocracia rocker. Claro que las mejores canciones de la historia son de amor. Y algunas las escribió Fito Páez. Sin embargo, una tradición de la rockología argentina es reclamarle a Páez que vuelva a ser quien ya no es y quien, tal vez, ¡nunca fue! ¿Fue Páez un Rimbaud, un Conde de Lautréamont, un Osvaldo Lamborghini? En todo caso Páez debe haber leído a esos autores y fue un músico que pasó una experiencia trágica y la volcó, especialmente, en uno de sus discos (Ciudad de pobres corazones). Si a eso le añadimos que, como todo integrante ilustre del colectivo del rock aceleró más que el resto de los mortales, la operación es simple. Pero ¿qué indica que un público le pida a un compositor que vuelva a ser quien fue en el peor momento de su vida? Como decía Bolaño, echemos un tupido velo. O no, qué sé yo.    
Algunas cosas sobre Páez que todos saben pero deberían recordar más a menudo:
1) Para no hacer el servicio militar, se hizo sacar todas las muelas.
2) En el aniversario número 20 del Golpe Militar fue apedreado. Al otro día fue a tocar con un casco.
3) Según su propio testimonio en la biografía de Enrique Symns, Fabiana Cantilo se enteró que Fito estaba con otras mujeres por un libro de Horacio González y alertada por Liliana Herrero (¡!): "Me contaban cosas de minas que aparecían... Fito decía que no, pero después me enteré que sí, en un libro que escribió Horacio González. Un día yo estaba diciendo "¿Fito saldrá con otras minas?", y Liliana Herrero me contestó: "Fabí, leé", y me da el libro. Decía: "Estuve con Fabi dos años, pero me acosté con tantas minas que ni me acuerdo". Fito me decía que era un error de imprenta, y yo le quería creer".
4) De ese mismo libro: Fenna Della Maggiora cuenta que una vez, borracho, encaró a Spinetta y le dijo que era el único de sus ídolos que lo había intimidado y que "Los libros de la buena memoria" era una obra maestra. Spinetta le contestó:
-No, una obra maestra es "Ambar violeta". El día que yo haga una canción como "Ambar violeta" voy a ser grande.
5) Luego del asesinato de sus abuelas, Páez declaró que él no ofrecía su corazón una mierda. Una noche fue a ver a Los Redondos a Cemento y lo invitaron al camarín. Entonces el Indio Solari se le acercó y le aconsejó que no dijera cosas como aquellas, porque "Yo vengo a ofrecer mi corazón" era una canción hermosa.   
      
6) Fito Páez es el único artista de rock argentino (y uno de los pocos de la música argentina) que tiene público en Brasil.
Por lo pronto El Sacrificio no tiene ningún tema que pueda servir como apertura del programa de Tinelli. Luego de un tiempo en el que Páez eludió la opinología, o acaso el país eludió la fitología, su apoyo al gobierno lo situó nuevamente en el centro del escenario mediático. Tanto es así que siempre que se lo menciona, se recuerda su asco por la mitad de una ciudad "de derechas" (sic) y el medio palo que recibió por tocar para el gobierno... de Santa Fe (dato que, inocentemente, casi todos olvidan mencionar). Supongo que si los críticos de rock, los periodistas y los comentaristas de sitios web tienen una pizca de humanidad, El Sacrificio puede lograr el milagro: que de una vez por todas se vuelva a hablar de la música de Páez y no de sus declaraciones. Las diez canciones que componen su disco (virtual) son muy buenas. Alguien dirá que no reflejan la actualidad del músico, que justamente son buenas porque son viejas. En ese caso se me ocurre una pregunta pertinente: ¿qué mierda importa? Los hombres de bien simplemente van y escuchan músicas que los conmueven, no se fijan en la fecha de elaboración. Con respecto a los últimos discos de Páez, por lo menos desde Naturaleza Sangre, parece haber una mejoría lírica y musical. Incluso en cuanto a los géneros, aunque hay moldes reconocibles, es un disco novedoso y fresco. El tema homónimo es un compendio de referencias culturales, con aires arábicos, en el que caben Borges, Ezra Pound y el Holocausto. En "El dolor" recoge la herencia del Leonard Cohen ochentoso para monologar a diestra y siniestra. "No la chingues güey" es un rap de despecho muy bien logrado. Recuerda un poco al Calamaro tóxico de la época de El Salmón. "El fantasma caníbal y la niña encantada de Ciudad del Cabo" tal vez sea el punto más alto del disco. Una balada de amor deforme (en la senda de la pelicana y el androide spinetteanos), el espejo invertido de "11 y 6". Un cuento digno de Alberto Laiseca. Musicalmente, "Guerra de luz" está a mitad de camino entre la marcha militar y la noventosa que se pasaba en las discos. Luego crece hasta transformarse en un rockito border con el clásico fraseo veloz que distingue a Paéz del resto de los mortales. La letra es una de las mejores que peló desde “Cadáver exquisito”: "Si me preguntan a mí/ no creo que ser feliz/ sea vivir en un lugar/ todo el tiempo sin parar/ oliendo la misma mierda/ Es inútil ya tratarlo de explicar/ la verdad nunca encuentra la verdad/ y la verdad es que nadie sabe bien/ qué hacer con ella". A propósito, fuera de Pablo Krantz y Zambayonny, se complica ubicar cantautores con sensibilidad, gracia e inteligencia surgidos en los últimos tiempos. "Inglaterra" es un funky-rock con bronces en el que vuelven los buenos versos ("Yo no sé si mi amor/ es la caja negra de un avión alemán/ que incendió Inglaterra"). "El mal vino y la luz" parece la parte II de "Las tardes de sol, las noches del agua". "La puta diabla" es lennoniana hasta los huesos y "Esto podría haber sido una canción" es un tema genial, que se integra y se parece a muchos otros que hizo Páez pero no importa.  O no, qué sé yo.    
    
Por último, una arbitrariedad: un país tan maduro como para perdonar a Francisco I haber sido Jorge Bergoglio, creo que también está capacitado para darle la amnistía simbólica a Fito Páez. O no, qué sé yo.