abril 01, 2013
El
amigo americano.
Un
productor artístico musical es una persona que vé algo que los demás no. Una
suerte de chamán que, como los poetas y los ciegos ven en la oscuridad según la
preciosa metáfora de Chico Buarque. No es una tarea sencilla de estipular ni de
asumir. Como la mayoría de las cosas extraordinarias simplemente sucede. De
todas maneras tampoco es una actividad ligada a cuestiones espirituosas de
manera excluyente. En esta dirección se han enriquecido muchos chantapufis que
no conocen o no saben nada de aspectos mas específicos que la producción
musical conlleva. Quiero recordar en estas líneas a uno de los mas grandes
productores musicales de todos los tiempos. Mi amigo Phil Ramone. Hombre
sencillo de pocas palabras y gran sabiduría. Dueño de un exquisito sentido del
humor que podía hacerlo disfrutar de la canallada argentina y la ironía
inglesa. Músico de gran rigor, violinista desde muy temprana edad, no detuvo
allí sus ansias de conocimiento. Musicólogo, ingeniero de grabación y alma
mater de cualquier proyecto que comandara, era un hombre de una calidez y buen
ánimo poco usual. Siempre regaba las sesiones de grabación o encuentros
familiares de anécdotas graciosas y buen vino. No necesitaba un ejército para
funcionar. Con un buen ingeniero de grabación, una asistenta, una decena de
músicos y un puñado de buena canciones podía llamar la atención de los muertos.
Nunca olvidaré aquel momento cuando grabando el arreglo de Havana, realizado
por Rob Mounsey al frente de un noneto de metales y maderas, en los estudios
Right Track en el corazón de Manhatan detuvo una toma, casi perfecta, y le
señaló al ejecutante del saxo barítono que aquella nota, que arrancaba el
compás 103, no era La sino Sol sostenido ante el asombro general. La partitura
cubría los 10 metros de largo que medía la mesa Capricorn, de última generación
allí por el 99 y era literalmente imposible percibir ese detalle en aquella
maravilla de sonido. Me hubiera dado lo mismo que nota hubiera estado allí. A
Phil, no. Era tan embriagadora la música saliendo de los parlantes que nadie
prestaba atención a ese detalle en aquel momento. Sin embargo nuestro genio
protector estaba allí para indicarnos que cada detalle es importante y que
siempre puede llegarse mas lejos en la búsqueda de la perfección. También sabía
callar y esperar. Y eso sí que no se aprende en ningún lado y también disipar
tensiones propias de cualquier experiencia de alta exigencia y mirar a los
ojos, emocionarse y tomar decisiones extremas como decidir mezclar un álbum con
las tomas de casi la totalidad de las canciones grabadas en una tarde en el
Circo beat, como si fuera en un concierto, una detrás de la otra. Tal el caso
de Abre. Llegaba primero y se iba último. Y preparaba con delicada minuciocidad
y propiciaba la aparición de “ the fire”, aquello que él consideraba lo mas
importante y que no en todos los casos estaba ligado al virtuosismo de la
interpretación. Lo importante era lo importante. Lo otro podía esperar. En otra
sesión de grabación se desenchufó el micrófono de una trompeta en una cuerda de
metales y el ingeniero de grabación frenó la toma. Phil le dijo que jamás
vuelva a hacer una cosa así. Sencillamente porque la trompeta poseía un volumen
tan poderoso que se colaría por los
micrófonos aledaños y ese no podía ser un motivo para interrumpir una grabación.
Todo en él era inteligente y tenía un sentido. El tiempo perdido era el que no
se gastaba en “el fuego” y sí en los errores de desconcentración. Ah!, también
un día llegaba a tu casa, revisaba la discoteca, sacaba un álbum casi al
descuido y te decía: “ este disco lo grabé yo” y era el disco de Joao Gilberto
y Stan Getz, que estaba grabado en el año 1963. Discutíamos también en una
disputa fácil donde yo salía inevitablemente ganando. Le decía “ ustedes se perdieron
a Goyeneche y nosotros conocemos a Sinatra”. En esa idea se escondían infinitas
tensiones que recorren la historia de nuestros países, Argentina y E.E.U.U.
Pero eso no le impedía sentir muchísima curiosidad por el peronismo, tema
recurrente a la hora de intentar explicarle y traducirle la letra de La casa
desaparecida y Acerca del niño proletario, basado en el cuento de Osvaldo
Lamborghini, la historia del tango, Charly García y la música folkórica
argentina. De la misma manera él nos conducía por míticos lugares en Nueva York
y así conocimos algunos antros donde pasaban las horas el mítico “ rat pack” y
grabaciones de artistas desconocidos de casi todos los géneros producidos en el
siglo veinte en el país del norte. Me quedarían mil anécdotas divertidas que
contar pero sí que me llevo algo de Phil y es que nada sucede en ningún lugar a
menos que te dediques a que suceda y que eso que suceda debe traer calor al
espíritu. Despúes la muerte y el tiempo se encargarán de todo lo demás. Adiós
mi querido amigo.
Fito
Paez
1 Comments:
Tal vez el una co artista Argentino que fue producido por uno de los más importantes productores de todos los tiempos. Mucha humildad Fito y para mí probablemente esté en el top 3 de albums de Fito.
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