abril 29, 2014

"Amar y ser amado" Fuente : http://www.rockdt.com

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Por Agustin Munaretto
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21 horas atrás
En un show de dos horas y media, que incluyó sus canciones más clásicas y algunas gemas, Fito Páez presentó oficialmente su nuevo disco "Yo te amo" ante un Luna Park repleto.

Por Agustìn Piermattei // Ph Mica Villalobos
"Vamos a tocar todo el disco entero, che, como hacíamos antes". El que avisa no traiciona. El que avisa es Fito Páez, de impecable traje color rosa, sumergido entre miles de globos del mismo color. Ya había sonado "Yo te amo", canción que abre el disco homónimo que el rosarino presentó oficialmente el sábado pasado en el Luna Park. Con unas acertadas visuales, que iban desde la reproducción de las letras en pantalla gigante hasta videos de cada canción, se fueron sucediendo, una tras otra y en orden, las once canciones del disco.
Los puntos más altos de esta primera parte del show fueron “Margarita” (canción compuesta para su hija) y “Ojalá que sea”, dedicada explícitamente a Julia Mengolini, su pareja (y musa) durante la composición y grabación del álbum. Pero hubo un momento, una canción, que emocionó plenamente a todo el estadio. “La canción del soldado y Rosita Pazos”, o la historia de un soldado de Malvinas que volvió de la guerra -física pero no mentalmente- y acaba quitándose la vida porque le resulta insoportable convivir con los fantasmas del enfrentamiento bélico. La tensión que transmite la canción, acompañada de su videoclip protagonizado por el propio Fito, culminó con una ovación de todo el Luna Park.
Se sucedieron “Las luces de la ciudad”, “Tu Everest”, “Nadie como ella” y “Sos más”, esta última dedicada a su hijo Martín. Antes de terminar el primer segmento del concierto, llegó “La velocidad del tiempo”, una canción que nació cuando Fito musicalizó una carta que le envió a Gustavo Cerati y que relata algunas de las vivencias que tuvieron ambos desde que se conocieron en los años ‘80, con mención a Luis Alberto Spinetta (músico admirado tanto por Páez como por Cerati) incluida.
La gente escuchó, disfrutó y –en mayor o menor medida– coreó las canciones del nuevo disco. Pero todos esperaban aquellas que hicieron de Fito Páez un ícono de la música argentina. Y el músico cumplió: la segunda parte del concierto fue un acertado mix de clásicos y perlitas para los más fanáticos. Fito cambió el saco rosa por uno multicolor, y tocó casi sin pausa “Al lado del camino”, “Naturaleza sangre” y “11 y 6”. El Luna Park, eufórico y de pie, encendiendo sus celulares por propio pedido de Fito fue una de las postales más hermosas de la noche.
Pero no todos fueron hits. Paéz se despachó con temas no tan clásicos como “El jardín donde vuelan los mares” o “Abre”, esta última solo al piano, sorprendiendo y contentando a los más fervientes seguidores. Otra sorpresa fue “Giros” a dúo piano-guitarra con Ariel Rot, quien fue presentado como “un artista inmenso y un amigo del alma”. Ahí estaban Fito y Ariel, cada uno mostrando el amplísimo dominio de sus respectivos instrumentos. 
El show estaba entrando en su etapa final, y el anfitrión no escatimó en clásicos: “La rueda mágica”, “Brillante sobre el mic”, “Circo beat”, “Polaroid de locura ordinaria”, “Ciudad de pobres corazones” y “A rodar mi vida”, una tras otra, dejan en claro que, si algo no le falta a la discografía del artista de 51 años, son aquellas canciones que forman parte de la vida de todos, ésas que se cantan a viva voz y nunca nos cansamos de escuchar.
Un falso final no pudo aplacar el afecto que la gente le demostraba al músico, que volvió al escenario para coronar la noche con tres canciones más. Otra vez, tres clásicos: “El diablo de tu corazón”, “Buena estrella/Dar es dar” y “Mariposa tecknicolor”.
El show del sábado mostró a Fito Páez cantando muy bien, muy concentrado y muy certero. Estuvo secundado por una banda de increíbles músicos: Gaston Baremberg en batería, Mariano Otero en bajo, Diego Olivero en guitarras y Juan Absatz en teclados y guitarras. El sonido fue muy bueno durante todo el concierto, algo muchas veces muy difícil de lograr en el Luna Park. Casi treinta canciones en dos horas y media demostraron que Fito ama y es amado en partes iguales.
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