julio 31, 2015

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SHOW EN BALLENA AZUL . SÁBADO 22 hs POR LA TV. PUBLICA online

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Fito Páez y una línea punteada por canciones eternas 

Por   | LA NACION

Paez en América / Músicos: Fito Páez en piano y voz, Mariano Otero en contrabajo, Hernán Jacinto en piano, Sergio Verdinelli en batería y la Orquesta Kashmir, dirigida por Patricio Villarejo / Función: anteayer, en La Ballena Azul del Centro Cultural Kirchner.
Nuestra opinión: muy buena
Hay canciones que son de González, de Pérez y de Fernández y hay canciones que son de todos. El recorte elegido por Fito Páez para repasar con orquesta la obra propia y la ajena que supo abrazar en tres décadas largas de trayectoria tuvo el dulce sabor a material conocido y querido, arraigado bien cerca de los recuerdos más dulces y más amargos de cada uno, empezando por el protagonista máximo de la noche.
"Vayan llamando a sus casas y avisen que van a llegar tarde." Luego de inaugurar la velada con "Y dale alegría mi corazón" y "Cadáver exquisito", un Páez algo más suelto que en el comienzo exageraba con respecto a la duración del concierto. Fue el perfecto instante donde el músico se permitió sacarse ese otro esmoquin, el mental y permitirse disfrutar sin por ello salirse de un libreto que comenzó a escribirse una temporada atrás en La Habana. La idea: integrar su obra a un repertorio argentino y latinoamericano. Para ello dispuso de algunos de los integrantes de su banda, como el contrabajista Mariano Otero y el pianista Hernán Jacinto, y una orquesta con experiencia en cruzar el universo sinfónico con el rock: Kashmir (sí, como el tema de Led Zeppelin), responsable de acompañar a Charly García en el Teatro Colón. La experiencia resultó productiva, gratificante y conformó a todos los presentes.
Con el correr de los minutos también el público comenzó a relajarse, a encontrar el tono justo entre lo que sugieren la imponente Ballena Azul y las prácticas habituales de un audiencia más rockera que clásica. Incluso los músicos se comportaban con un pie en ambos mundos: una violinista se dejaba ver como fanática de Páez, cantando "para adentro" cada uno de los temas del rosarino, y el director, Patricio Villarejo, les otorgaba a sus pies inquietos el beneficio del baile.
Didáctico y medido, Fito acompañó la mayoría de las canciones con una introducción tan histórica como emotiva. Cómo nació un tema suyo o cuál es la trascendencia de un clásico de todos. A "11 y 6" la bautizó con un contundente "está en el inconsciente de esta ciudad"; sobre "Muchacha ojos de papel" se refirió como la "pieza fundamental de donde se hizo toda la obra" de Spinetta ("Luis Alberto me recuerda a Xul Solar"). Y ahí, con sus palabras, también daba en la tecla, en el nervio justo.
Algunas canciones son de fogón, por más que aquí no haya ni guitarras ni fuegos reparadores. Lasuigeneriana "Canción para mi muerte" (Charly García), a la que introdujo como su primera canción y que presentó con un antiguo arreglo para orquesta de Gerardo Gandini, ocupó ese rol, igual que la ya mencionada "Muchacha..." o "Viento, dile a la lluvia" (Nebbia, Los Gatos). Pero la sección de música argentina traspasaría las fronteras del pop y del rock: un tango ("La última curda", de Castillo-Troilo) y un Yupanqui ("Los ejes de mi carreta") representaron una porción de las otras pasiones de Páez.
Jara, Milanés y Buarque, en distintos pasajes, aportaron el color del cancionero latinoamericano que el músico rosarino eligió de entre sus recuerdos. Al borde de las lágrimas, las interpretaciones de "Te recuerdo Amanda", "El breve espacio en que no estás" y "Construcción", respectivamente, mostraron al Fito de todos, al artista de tiempo completo, al hombre desnudo expuesto ante su público con absoluta sinceridad..