Fito Páez presentó Los días de Kirchner en la sala José Hernández
Creo que los personajes se rebelan”
El título podría sugerir un ensayo histórico, pero la novela del músico es una ficción ambientada en el pasado reciente de la Argentina: “La escritura es como la respiración... Tomo mucho de mi vida y a la vez me salgo porque no quiero que sea sólo eso”.
Por Silvina Friera
Fuente: Página 12
Fuente: Página 12
“En los ajustes de cuentas de la novela
caen el kirchnerismo, el rock, la izquierda y el feminismo”, dijo Cristian
Alarcón.
Imagen:
Kala Moreno Parra
“Militen pero lean.
Apaguen los televisores y lean. Salgan de Twitter y lean, ¡por favor!
¡Ilústrense! ¡Y rían! Cojan con cualquiera en cualquier esquina. Dejen de
dictaminar. Traten de saber quiénes son antes de andar por el mundo
evangelizando idiotas. Ahóguense en alguna duda alguna vez”, pide El Mono –un
escritor de 52 años con un montón de libros publicados, enamorado de La China,
una joven militante kirchnerista– durante un discurso en una unidad básica del
Frente para la Victoria en Constitución, que terminará entre abucheos y unos
pocos aplausos tímidos. En Los días de Kirchner (Emecé), que Fito Páez presentó
en la Feria del Libro junto a Camila Fabbri y Cristián Alarcón, abundan las
pasiones y las traiciones. Fabbri dijo que la segunda novela de Páez es
“hermana” de la primera, La puta diabla (2013). “El Mono discute con La China,
con la mujer que ama, y ella se va para siempre. El Mono se sienta y escribe la
escena tal como sucedió y piensa que es un gran arranque para una novela”,
planteó la autora de Los accidentes, a quien el músico definió como “la nueva
Silvina Ocampo mejorada”.
Alarcón invitó al
público a saludar a un “gran escritor capaz de fundar personajes inolvidables”.
Después de los aplausos de las mil personas que colmaron la sala José
Hernández, el director de la revista digital Anfibia aseguró que Los días de
Kirchner es “una novela sobre pecadores”. “La novela toma el riesgo de insinuar
que no va a terminar demasiado bien este amor obsesivo, dominante,
tremendamente patriarcal”, advirtió el autor de Cuando me muera quiero que me
toquen cumbia. “En los ajustes de cuentas de la novela, en esos homicidios, cae
el kirchnerismo, el rock, la izquierda y el feminismo; es la primera novela
poskirchnerista que leí después que terminó aquella experiencia política”,
admitió Alarcón. “El texto tal vez sea un réquiem del kirchnerismo; pero uno no
tiene la respuesta. Las novelas buenas deben abrir preguntas”.
“Me gustan los
personajes complejos. La linealidad de los buenos y los malos, los villanos y
los salvadores, siempre terminó embolándome, incluso cuando era chico”, afirmó
el músico y escritor. “En uno de los momentos más calientes, que es la llegada
del Mono Vargas a la unidad básica del FPV en Constitución, se adelanta al
tiempo y dice: ‘muchachos, la cuestión es que están matando tantas mujeres por
día y las chicas pobres mueren por hacerse abortos ilegales. Muchachos, dejen
de crear comisiones, dejen de andar evangelizando idiotas, si no saben quiénes
son. No es una crítica a La Cámpora”, aclaró Páez. “Creo que el libro hace una
crítica al accionar dentro de la vida política, ya no como mecanismo de
obtención de logros específicos, sino como una suerte de mundo donde las cosas
fallan permanentemente y no producen bienestar”. Páez reconoció que el
personaje del Mono es una mezcla de Fogwill, Horacio González, Horacio
Verbitsky y Enrique Symns. “El Mono pone en duda todo el sistema social y
político universal”, precisó. “Como dice en la novela, mientras ustedes están
tan preocupados por quedarse con la razón, yo tengo que dedicarme a mi trabajo,
que es probar que nadie la tiene. El tipo tiene que debatirse adentro de ese
terremoto que son las pasiones y la vida política”.
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