13/12/2021 Nota del Diario La Capital de Rosario. Por: Pedro Squillaci
Fito Páez y un viaje de canciones que surcan el tiempo al lado del camino
Una historia animada para disfrutar en las pantallas gigantes fue el aperitivo para el esperado recital de Fito. En la ficción, un auto con tres personas que iban al show de Páez en Rosario volaba para superar obstáculos y llegar a destino, mientras de fondo se oía “y volar, volar”, del “Tema de Piluso”, que fue el elegido para abrir el recital.
Con un traje verde manzana, Fito salió a escena acompañado de su banda, de impecables traje y corbata negro con camisa blanca: Juani Agüero, en guitarra eléctrica, Diego Olivero en bajo, Juan Absatz, en teclados, guitarras y coros ; Carlos Vandera, en guitarra y voces y Gastón Baremberg, en batería.
Fito se entregó a pleno, no se cansó de agradecer al público y de celebrar este encuentro, en el que hizo reiteradas alusiones a su amor por Rosario, sus lugares y su gente. “¿Hay alguna canción más rosarina que esta?”, preguntó antes de empezar “Tumbas de la gloria”, y a nadie le importó si había otra más o menos rosarina. Era momento de disfrutarla.
En la lista de temas sorprendió con un par de temas de “Naturaleza sangre”, no sólo con la canción que le da título al disco, interpretada con un nuevo arreglo en el final, sino con “Insoportable”. Después llegó el momento de “La conquista del espacio”, el tema de apertura del disco homónimo, con un aire sinfónico y una potencia arrolladora. Y de ese mismo disco, también hizo “La canción de las bestias”: “Si me preguntan qué quiero cantar, es la canción de las bestias”, confesó. Y había un sentimiento en común que les hablaba a todos y todas.
En la misma sintonía emotiva llegó una joyita del flamante “Los años salvajes”: “La música de los sueños de tu juventud”. “Nos vamos perdiendo en el tiempo” canta Fito y suena más reflexivo que nunca. Ese paso del tiempo también lo manifiesta al mostrar juntas “11 y 6” y “El chico de la tapa”, con el mismo chico que vendía rosas en el bar La Paz que después mutó en un pibe que tiene “la 22 en el bolsillo del papel de armar”.
Uno de los secretos mejor guardados de la obra de Fito es que sus canciones no sólo resisten los calendarios sino que se resignifican en ese viaje. “Esta sobrevivió muy bien” dijo antes de cantar “Al lado del camino”, tras lo cual llegaría otra que ya es eterna y es “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, en la mejor versión de la noche, con un fraseo que linkeaba con Bob Dylan y con el Polaco Goyeneche.
Ya había pasado una hora y media de show y se respiraba que venía un cierre festivo. “Psicodélica star de la mística de los pobres” se oyó bien fuerte y el público estalló para compartir “Circo beat”. Ya la gente había abandonado definitivamente sus sillas y se venía el momento de prender las luces de los celulares. Con el escenario a oscuras, vino “Brillante sobre el mic” para celebrar esos “recuerdos que no voy a borrar” y de paso afirmar que “el tiempo es un efecto fugaz”. Fito vuelve a soplarnos al oído esas canciones que acompañan la vida.
Por eso llegará también “Ciudad de pobres corazones”, “A rodar la vida” y ya en los bises y con traje negro a tono con su banda vinieron “El amor después del amor”, “Dar es dar” y “Mariposa tecknicolor”.
De yapa, Fito hizo otro viaje en el tiempo y regaló “Polaroid de locura ordinaria”. “Todo su cuerpo con espinas, y a mí me siguen las moscas” fue su última frase cantada. Parecía la mejor manera de cerrar el círculo que reunía a “La canción de las bestias” y “La música de los sueños de tu juventud”. Fito sigue surcando ese viaje con canciones que van al lado del camino. Y hoy sólo nos vuelve a ver.
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